Breve historia.
Podemos situarnos en cualquier momento de la historia en esta región, hace 100, 200, 500 años, y seguramente tendríamos datos de la resistencia de parte del pueblo mapuche. Frente a la invasión del capitalismo español, quizás antes, contra la expansión del imperio Inca. Luchando frente al intento de consolidación política y fronteriza de los jóvenes estados chileno o argentino. Más cercano en el tiempo, mapuches devenidos en peones rurales, siendo parte de la lucha obrera que los historiadores llamaron Patagonia Rebelde. Hasta llegar al día de hoy, donde jóvenes provenientes de los barrios periféricos, peones pobres, mano de obra barata, se siguen reconociendo a sí mismos como parte de un pueblo con historia propia (transmitida por sus padres o abuelos/as y participando en los conflictos de algunas comunidades). Ese era el proceso en el que estaba Rafael Nahuel, hasta que las balas del Estado lo mataron por la espalda. En palabras de Facundo Huala: “Nosotros sabemos que vamos a ganar, tarde o temprano, porque ésta es nuestra tierra. No le tememos a la muerte ni a la cárcel. Nos preparamos para esto, somos Weichafe, guerreros. Tampoco tenemos nada que perder. Fuimos criados a palos por la policía, somos la generación del gatillo fácil, somos la generación de las torturas en democracia”. Otros comienzan procesos de auto-reconocimiento y la idea de una vida distinta los impulsa. Hay algo que perdura en el tiempo y es que no hay posibilidades sin tierras. Eso es fundamental en la lucha de la comunidad mapuche.
Como respuesta o propuesta a todo lo anterior, nació el Movimiento Mapuche Autónomo del Puel Mapu, M.A.P, que “[…] no es una organización única, es un Movimiento y una línea política filosófica, autónoma e independiente, que con diferencias y acuerdos continua desarrollándose entre Neuquén, Rio Negro y Chubut, entre comunidades, organizaciones e individuos que se definen autónomos, desde hace muchos años. […] Políticamente somos Autonomistas Libertarios Espirituales Anticapitalistas, es decir somos Mapuche que quieren reconstruir su Mundo de forma Integral con todas sus particularidades, el AzMapu”.
Siendo la recuperación de tierras ocupadas por Benetton en Marzo de 2015, por parte de Pu Lof en Resistencia del Departamento Cushamen, la que pusiera el “tema mapuche” en algunos diarios, y a Facundo Jones Huala como referente de una “Línea” y prisionero político mapuche, y la que en 2017 se cobrara la vida de Santiago Maldonado.
Clase y etnia.
¿Se puede pensar un proceso de liberación nacional sin que este tenga como fin el Estado-Nación? ¿Podría ser que los/as oprimidos/as de una misma identidad étnica o cultural, busquen una salida revolucionaria anti estatista y federalista?
El anarquismo, desde que se definió como tal e incluso antes, discutió sobre Nación, Cultura o Etnia. Casi siempre, si bien se reconoce la cuestión de identidad de un determinado grupo humano, la idea anarquista da una importancia fundamental al individuo. En algunos casos, la idea de nación puede ser usada por quien tiene o pretende el poder político. En otros puede ser la punta de lanza para pasar de la resistencia a un proyecto revolucionario. Lecturas de escritos que van desde Proudhon hasta Bonanno, pasando por Bakunin o Kropotkin nos pueden ayudar a la hora de profundizar en estos temas.
Volviendo a las preguntas del principio, éstas pueden ser de las que no tienen respuesta definitiva, y ante esto sólo nos queda dudar. Podemos quedarnos divagando y pensando en una biblioteca, o ser solidarios/as y dejar la duda para resolver cuando llegue el momento. También podríamos llegar a la conclusión de que Estado y Nación son inseparables (y ser solidarios, o no. Muchas veces se fue solidario con grupos con los cuales no se tiene afinidad). La primera posibilidad resulta demasiado cómoda (por momentos tediosa) para los tiempos que corren, y (esta vez sin duda) la segunda es una posibilidad que implica un riesgo que vale la pena correr. Por supuesto que las lecturas sobre el tema y las largas charlas con los que están implicados en este tipo de luchas y sus propuestas (creyéndolos sinceros) ayudan a la hora de decidir. El M.A.P en estos temas resulta bastante claro:
“[…] Nos imponen un mundo ajeno que sólo nos produce malestar. El ser Mapuche en su práctica integral entra en profunda contradicción con el Capitalismo y se convierte en alternativa política. Dos visiones de orden social se hacen públicas y confrontan, hasta agotar el plano de guerra de ideas. Allí es donde comienza la materialización de las mismas. Por un lado, la practica cultural no como folclore sino como forma de vida y la vitalidad en la posesión de la tierra. Es en ella donde se desarrolla la vida del pueblo como cultura y la cultura como pueblo, desde la integralidad consecuente y el control de la propia vida; y no por las leyes del mercado y el Estado opresor. […]”
El capitalismo, vino a resolver de algún modo la cuestión. Cuando necesita expandirse, cuando necesita más consumidores, puede dejar de lado varios de los viejos dogmas. La diversidad pasa a ser un concepto a resaltar. Lo que en otro momento era invasión y conquista, hoy es multiculturalidad. En definitiva, la tolerancia se practica mientras se pueda producir y no se generen conflictos en la fila del supermercado.
Entonces, vuelve como desde lejos la vieja idea de clase. Porque un explotador es eso y nada más que eso, no importa el color del Dios al que reza. La tarea podría ser entonces volver a encontrarnos, sin caer nuevamente en clasismos inútiles. Tratando de encontrarnos en las distintas luchas, reconociéndonos explotados/as, que quieren y necesitan cambiar este sistema, sin negar por eso las “cosmovisiones”. Ser solidarios/as, cada cual sabrá cómo y cuándo. Pero sobre todo ser sinceros/as en cuanto a las posibilidades reales y el nivel de compromiso. Generar falsas expectativas es lo que hacen los políticos y lo que por todos los medios es saludable evitar.
El lechuga y los derechos y humanos
La muerte de Santiago Maldonado generó un revuelo político que nadie esperaba. La política rápidamente se ocupó de tomar el caso y usarlo para lo de siempre.
Cierto indigenismo progre y porteño se indignó. Pero la indignación fue la que podría tener un huésped de hotel. Comenzaron a exigir derechos al Estado, acciones a la justicia, cárceles y policías (cuando no). Poco les importó quién y cómo era Santiago, lo que pensaba y hacía. Periodistas y políticos se disputaban a la familia mientras intentaban imponer el discurso según la tendencia. El ciudadanismo en todas sus tonalidades condenó las acciones violentas en respuesta y negó la existencia de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) haciendo oídos sordos a lo que tanto Facundo Huala como su gente explicaban de su funcionamiento y la necesidad de la autodefensa.
Como si fuera una pesadilla, la cara de Santiago, el lechuga, se estampó en remeras que puestas a la venta tomaron las veredas de Avenida de Mayo, compitiendo con los puestos de comida al paso. La típica marcha de la democracia, de los derechos y humanos, se imponía sobre la ideología del joven que perdió la vida en la Patagonia luchando por cambiar casi todo lo que estos grupos representan.
La prensa apunta
De algún modo, el papel de los medios de prensa quedó en claro para muchos con el trato que se le dio al asesinato de Santiago, a la palabra de los mapuches involucrados en la recuperación de Cushamen y a Facundo. La necesidad de dar difusión al caso chocó de frente con lo miserable y oportunista de los referentes del periodismo.
Como parte de lo que ellos mismos denominaron “grieta”, comenzaron a repetirse los distintos mantras. “desaparición forzada de persona”; “por López no marcharon”; “Macri basura, vos sos la dictadura”; “los mapuches son chilenos”; “la RAM es terrorista”; “son infiltrados”.
Pero para que un mantra funcione como tal, debe tener el aval de una autoridad religiosa. Ahí estaban Lanata, Verbitsky, Navarro, y otros tantos, cada cual atendiendo a sus fieles.
Todos los medios colaboraron, sabiéndolo o no, al rejunte del informe sobre la RAM y los separatistas anarco mapuches que presentó el Ministerio de Seguridad.
Hasta acá lo de siempre. Pero lo novedoso (quizás sólo por la magnitud) fue el papel de los medios “alternativos” o de “izquierda”. Los ejemplos no valen la pena, pero sí mencionarlos. Desde notas negando o directamente acusando a los/as compañeros/as de Santiago Maldonado, y a los y las anarquistas en general, hasta modificar parte de las entrevistas a Facundo o sus compañeros/as para volverlos acordes a sus crédulos lectores. El punto más alto puede haber sido el reclamo democrático de la libertad de periodistas detenidos en una de las marchas. Separando en el discurso claramente a éstos del resto de los detenidos por el hecho de ser “periodistas”.
El discurso de la prensa hegemónica y la importancia de los medios alternativos es una quimera más. Excepciones hay casi siempre y en todo. Al que le quepa el saco, que se lo ponga.
El futuro.
Unas pocas cosas se saben. Una parte del pueblo mapuche seguirá resistiendo y atacando, buscando su liberación. Distintos grupos, y de diversas formas, apoyarán o serán solidarios con esa lucha. Pero preferimos no hacer futurología. Deseamos fervientemente seguir sabiendo que ya vendrán otros mejores que nosotros y nosotras.