Para el gobierno, la meta original de finales de 2018 era ‘pasar Diciembre’ del desastre económico que nos acompañó durante todo el año (y nos acompaña hace tiempo ya), y la bronca que solía explotar en esta fecha debido a ello. Pero no sólo que no pasó nada, sino que en medio de las fiestas, el gobierno envalentonado viendo el escenario de calma, a través del ahora ex Secretario de Energía, Javier Iguacel, informó sobre los aumentos en los servicios para el 2019 y luego renunció el 28 de diciembre, para, sólo días después, volver al gobierno de la mano de Guillermo Dietrich, Ministro de Transporte, que informara de aumentos en el transporte y se fuera de vacaciones. Dietrich que es quien lo ‘puso’ en Vialidad Nacional y luego en Energía a la salida de Aranguren, se lo lleva a su ministerio dándole un puesto, se especula, en gestión en un área vinculada a los ferrocarriles. Apuntamos lo del 28 de diciembre porque parece que este muchacho (Iguacel) es en sí una broma del día de los inocentes: es el mismo que siendo secretario de energía propuso una compensación retroactiva para las compañías de gas debido a la devaluación (que generan ellos mismos siendo gobierno) que debíamos pagar todos/as nosotros/as en la factura (un genio) y siendo Director de Vialidad Nacional, construyó un puente por el que no pasaba el tren que debía atravesarlo… el mejor equipo.

Debido a la famosa compensación, que salió a anunciar sin avisar a sus cómplices del gobierno, se rompe la relación con su jefe, el Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, quien desde ese momento anhela su salida de la cartera de energía, pero lo deja anunciar los aumentos primeramente para que expíe sus culpas con la renuncia (obviamente el aumento no da marcha atrás). Renuncia que no dura ni un mes y ya tiene laburo de nuevo en el Estado. Pareciera que ‘hay que darle’ algún cargo, más por amigo que por bueno. Sabrán perdonar la confusión los lectores, pero la política nueva es tan parecida a la vieja política que no sabemos bien cómo distinguirla.

El primer anuncio tiene que ver con el aumento de luz, gas y agua en CABA y provincia de Buenos Aires. Desde febrero hasta agosto, la electricidad aumentará cerca del 55%, el gas un 35% hasta abril y el agua tendrá un incremento del 48,5% entre enero y mayo encareciendo todos los costos de vida. Pero no podemos tomar los datos como un fenómeno puntual o estacional. Tres años después de gobierno de Cambiemos, nos encontramos con un escenario parecido al que todos/as esperábamos (con nada de entusiasmo) post elecciones de 2015 con el famoso sinceramiento de las tarifas y la pesada herencia, el segundo semestre y lo peor ya pasó. En nombre de ir quitando el subsidio a la energía, que decían “en ningún país del mundo se subsidia”, (cosa que es mentira, ya que casi todos los países la subsidian), hemos sufrido un aumento acumulado desde el inicio de este gobierno de entre 1.317% para la electricidad, 660%para el gas y 483% para el agua, de acuerdo a los datos del Índice de Precios al Consumidor de la Ciudad (CABA) siendo más alto el porcentaje en zonas de la provincia de Buenos Aires llegando hasta el dos mil y pico por ciento en gas, por ejemplo (no ponemos datos de otras provincias porque ahí ya se pagaba más caro pero los incrementos fueron porcentualmente menores).

El segundo anuncio (que nos pone más al límite de la subsistencia) es el que tiene que ver con transporte. Al día de hoy comenzaron una serie de aumentos escalonados para el área metropolitana de Buenos Aires que llevarán el boleto del bondi a $18 en marzo (viniendo de un 116% el año pasado y que redondea un 200% de enero 2018 a marzo 2019), el del subte llegará nada menos que a $21 en mayo (acumulando desde enero 2018 hasta abril 2019 un 180%) y el de los trenes metropolitanos, la tarifa mínima se irá en marzo de la siguiente forma: líneas Mitre, San Martín y Sarmiento será de $12,25, al tiempo que el Roca y el Belgrano Sur saldrán $7,75. El Belgrano Norte costará $6,75, el Urquiza, $8 (las líneas habrán aumentado un 250% aproximadamente en promedio de enero 2018 a marzo 2019). Hay para todos y todas.

Para este año el gobierno espera, encima, una inflación de 23% confrontando con la que propone el mercado (Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), realizada por el Banco Central), cercana al 30%.

Ahora que ya conocemos los números duros, pensémonos enterrados en ellos. Podemos notar fácilmente que los aumentos (todos) proyectados para este año están muy por encima de la inflación, cualquiera de las dos que tomemos. ¿Por qué proyecta un número menor el gobierno? Fácil. Es el número con el que comenzará a negociar paritarias, obviamente con los gremios que se planten (por necesidad real o miseria política). No hubo ni un sólo gremio que haya conseguido empatar con sus paritarias (de hecho la mayoría acusa pérdidas reales en torno al 20% solo este año), la inflación, que según se conoce llegó nada menos que a 47,6% el acumulado en 2018, siendo el gran ausente, el paro general (nos referimos a uno en serio). Este valor de inflación es tramposo también: se toma para calcular un promedio de todos los factores que intervienen en la economía, contemplando desde productos que no son accesibles para nosotros/as (champagne y autos de alta gama) hasta los cotidianos (lechuga y el kilo de pan); pero la realidad marca que los alimentos, sin importar si son primeras o terceras marcas, aumentaron por encima de ese valor. Como ejemplo emblemático podemos ver el litro de leche que pasó de $23 en diciembre de 2017 a $37 en el mismo mes del 2018, dando un aumento del 61% aproximadamente. Es decir, para los que consumimos lo básico y elemental, la vida se tornó algo más áspera que sólo cuesta arriba. Y parece que falta todavía…

El objetivo real de todos estos aumentos era, es y será bajar lo que llaman el “costo argentino”: el salario. Todos los días debemos escuchar como periodistas, políticos y opinólogos de toda clase, nos hablan de pagar la fiesta, que en Europa sale tanto el subte, los últimos 70 años, el único camino… ¿De qué fiesta hablaran? Porque es seguro que no fuimos invitados/as. Comer más o menos bien todos los días no es estar de fiesta y eso cada tanto; no nos queda muy lejos el 2001. ¿Los últimos 70 años? ¿Y por qué no más? E incluso ese recorte ¿no incluye a todos los que fueron gobierno y a los que están ahora? ¿Quiénes sino ellos y sus socios o amigos disfrutaron de la fiesta? Como si los Macri no fueran parte de la patria contratista (nombre que se le dio a las empresas constructoras que en los 70 se vieron muy (mucho) beneficiadas por contratos de obras públicas) o Néstor no se hubiese beneficiado como martillero quedándose con las casas de laburantes que no podían pagar. ¡Todo un obrero inmobiliario! ¿Compararnos con los precios de Europa o Estados Unidos? Ya eso es tomarnos por estúpidos/as. Ellos cobran en euros o dólares, por lo que un litro de leche a un dólar es una cosa, pero para nosotros son 37 pesos y comparando los salarios en dólares, en EEUU el mínimo es de unos u$s1000 mientras que en esta región es de unos u$s300.

No es que con estos números y palabras pretendemos llevar adelante una defensa del trabajo asalariado o del salario, entendiendo que es una de la formas de explotación por excelencia del Estado y el capital a destruir, pero ya estando en el baile, es claro que es mejor comer todos los días sin sobresaltos que no hacerlo.

A estas ‘buenas noticias’ hay que sumarle el año electoral y el comienzo del desfile de las más pintorescas estrategias, frases y mierdas de la campaña. Ahora es cuando todos/as los/as pretendientes al sillón de Rivadavia nos tratan de convencer de que la tienen re clara en cómo solucionar todo. Los/as que tengamos unos años podemos recordar a Carlos diciendo revolución productiva y salariazo … nada de eso pasó ¿fiesta? También escuchamos hablar de empoderamiento ¿qué poder habremos ganado que de un plumazo perdemos al menos mucho? Parecido mucho más a una ilusión pasajera o una limosna. La inflación es lo más fácil de bajar dijo el gurú de la economía (¿???) Mauricio y logró la más alta desde 1991. ¿Qué tul?

Algunos/as optan por salir a ocupar una silla en cuanto programa de la tarde o de señoras que comen en la tele haya, pagando sumas muy altas por minutos de aire, y hablar hasta quedar morados. Los temas de moda están a la orden del día. ¿Qué quiere escuchar el/la votante? Se pagan encuestas, focus group y estudios a consultoras para saber qué decirle al ‘soberano’. Está quién con el silencio obtiene una cosecha aún mejor. En otras palabras, si habla la caga. Tal es el caso de la ex presidente que guarda un silencio digno de un convento pero que teje su red de complicidades desde las sombras, y le viene saliendo.

El año pasado ya vimos muestras de movimientos en pos de la toma del poder, sobre todo del lado de los soldados del General. Gentes oscuras que se juraron odios a muerte que en nombre de ‘sacar a Macri’ ya no se odian tanto. Tal el caso más rutilante de Moyano con CFK. Por otro lado, aparece el bloque federal con caras y discursos lavados por momentos muy cercanos al del presidente. Entre Macri y Macri tibio (llámese Urtubey) no hay mucha duda en pos del original. Entonces algunos que estaban en dicho bloque aparecieron tirándole centros a quien más mide, CFK, consiguiendo mayor dispersión. Gana Macri. Por otro lado Massa no queriendo perder más alfiles y presionado hasta por el intendente de Tigre, su terruño, no ve tan lejana la posibilidad de diálogo con Unidad Ciudadana. También aparece en el tablero el mesías salvador de Duhalde, Roberto Lavagna, quien subido a la mística de buenos años económicos se presenta como ‘La Opción’ transversal que podría atraer hasta al radicalismo disidente de Cambiemos; a los cinco. La sorpresa apareció cuando Vidal, candidata a gobernadora de Buenos Aires por el oficialismo, sabiendo que tiene mejor imagen que Mauricio y escuchando a Massa y a algunos intendentes de Cambiemos, propuso desdoblar las elecciones para que el Presidente no le reste votos. Parece que la fidelidad entra en duda cuando se compromete el quiosco propio. O mejor dicho, se comprometen las cajas que financian la máquina política.

En lo poco que va del año se sabe que Macri va por la reelección y apunta a que se presente CFK porque cree que en la polarización gana. Perdemos todos/as, que es lo mismo de cualquier manera. Toman como caballito de batalla la inseguridad, que es real pero que además tapa bastante el tema económico que es un desastre desde el inicio de su mandato. El otro que oficializó su lanzamiento (en un acto donde se le derrumbó el escenario en un ritual evangélico o algo así) fue el diputado Olmedo, quien cree que emulando a Bolsonaro (presidente de Brasil) tiene posibilidades. Pero para hacer más realista su imagen de mano dura lo suma al Tata Yofre (periodista y militante del partido radical que fue Secretario de Inteligencia de Menem… peronista) como vice y comienza su campaña con el slogan ‘Servicio Militar Obligatorio’. Habiendo pasado dos semanas, parece que el Tata ya no será vice y hasta desliza que mejor no habla para no perjudicar a Olmedo. Un amigo. Una vez más vemos como nada ideológico tienen estas fórmulas nacidas del oportunismo político. Igualmente seguro arrastra votos con lo de la ‘colimba’, que le restará a su antiguo espacio Cambiemos. También aflora el pujante Partido Libertario de Espert y Milei que se presentan como ‘la única alternativa en serio’ a los dos lados de la grieta. Su propuesta es achicar más el Estado pero de golpe; es decir, esto que nos está matando económicamente, para ellos es gradualismo. Seguro esté la izquierda con sus cinco puntos de siempre (más o menos) y alguno más hacia algún extremo mostrando que él va en serio.

Comienza un año duro, cargado de aumentos y con proyección de que haya más que los comunicados después de las elecciones; de manoseo electoral y mentiras arteras como es el único camino y tenemos que hacer un esfuerzo entre todos/as para las cuales ya conocemos el final, terminamos caminando solos/as por ese camino haciendo todo el esfuerzo para mantener los privilegios de quienes se benefician de nuestro laburo y mansedumbre. Pero también comenzamos a recordar de momentos malos vividos, de cierre de fábrica y falta de laburo, la solidaridad y la fraternidad de los que entendemos que le puede tocar a cualquiera porque las deudas son de nosotros/as, las vaquitas son… ajenas.