Pasaron los primeros cien días de gobierno del presidente Javier Milei y con ello, innumerables gestos, directivas, amenazas, medidas, entrevistas (bueno, charlas con amigos) donde se manifiesta claramente un clima de cambio de época. Cambio desde lo económico hasta lo que se venía considerando como políticamente correcto; cultural. Es difícil enumerar o comentar cada acto o acción acontecida desde el 10 de diciembre, fecha de asunción, hasta hoy, mucho más es realizar un análisis profundo de ello, porque ha corrido demasiada agua bajo el puente a punto tal que pareciera gobernar desde hace por lo menos dos años, pero a grandes rasgos, hay parámetros que quizás nos permitan trazar algunas líneas de pensamiento.
"…primero hay que saber sufrir." Virgilio Expósito, Naranjo en Flor.
“Vamos a estar peor durante unos meses.” Luis ‘Toto’ Caputo, Ministro de Economía.
De “no hay otra alternativa” al sueño de la casta propia.
Como ya es evidente a esta altura, las medidas económicas llevadas adelante por el gobierno nacional, de revolucionarias no tienen nada; basta con revisar las medidas tomadas por Caputo el 12 de diciembre, recién iniciada la gestión, para ver detrás de ellas un nuevo plan ortodoxo, de manual, pero con la particularidad que se lo lleva adelante a las piñas. Luego de anunciar la suba del dólar oficial a $800, la quita de subsidios en energía y transporte, la baja en las jubilaciones (ah no…esto apareció en un Excel), el freno en la obra pública, congelación de partidas a precio del 2023 y el fin de transferencias discrecionales a las provincias entre otras medidas nuevas e innovadoras, se despacharon con un decreto (el llamado mega DNU) que entró en vigencia el 29 de diciembre. En dicho decreto, además de solicitar la suma del poder público por parte del ejecutivo, se barre con infinidad de leyes que van desde lo laboral a la zona de exclusión pesquera del mar argentino, pasando por la desregulación de la economía y la reforma jubilatoria, entre otras. Aunque nos parezca que quede viejo al día de hoy, y que más del 70% del mismo esté judicializado, sigue en vigencia.
En el mismo sentido, durante enero, estuvimos viendo las idas y vueltas que trajo el principio de discusión informal del DNU y la discusión de la LEY DE BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA LA LIBERTAD DE LOS ARGENTINOS…si, la famosa ley ómnibus, que, por inoperancia e ignorancia de las reglas de su propio juego, fue quitada de la discusión del pleno de diputados cuando comenzó a naufragar; el propio jefe de bloque de La Libertad Avanza se entera que, sacarla del pleno hace que se caiga, después de la sesión, sentado en un programa de televisión. Decimos que comenzó a naufragar, pero no pasó porque sí, sino que el mismo Milei se encargó de romper todos los puentes, destratando a los que incluso se mostraban con muchas ganas de aprobarle cualquier cosa. Like a tuits.
En el medio, un paro de la CGT, que con todas las críticas que se le pueden hacer, desde no representar a sus bases, pasando por lo enquistado de sus millonarios secretarios a bancar la caída del salario tanto a Mauricio Macri como a Alberto Fernández, parece ser, junto con las organizaciones sociales, lo único que queda más o menos organizado de lo que se puede llamar "oposición", dentro de los cánones demócratas, a un modelo neoliberal de la economía, mientras la política parece estar ocupada en, en… ¿qué estará haciendo ’la política’? Ah, sí: mientras más o menos la mitad trata de conseguir un cargo en un gobierno que no puede terminar de cubrir los puestos requeridos para funcionar, la otra mitad parece estar todavía knockout del golpe recibido en noviembre y sin poder aún, siquiera hacer una autocrítica medianamente decente. Nada decente se ve, les sale. Más likes a tuits.
Luego, fuimos testigos del inicio de lo que parecía una guerra con los gobernadores, principalmente con los de la Patagonia, por el NO envío de fondos (entre deudas de gobiernos provinciales anteriores, freno a la obra pública y partidas discrecionales); por un momento parecía que se separaba de la región argentina formando la Liga Patagónica, mientras el presidente, a la altura de la situación, bardeaba (fue y es tan burdo lo que hace que es solo eso, bardo) por redes, principalmente al gobernador de Chubut, Ignacio “El Che” Torres, que pareció recoger el guante en principio, y plantarse amenazando con cortar la energía a toda la república si no le giraban los fondos correspondientes, ante un Milei autoritario, déspota, malo y demás adjetivos feos…pero no, por suerte, solo duró una presentación judicial y ya son amigos otra vez. ¡Qué suerte! Distinto fue Jaldo, de Tucumán, que de una y sin chistar, abandonó el barco que lo llevó a la gobernación para defender al gobierno nacional, con lo que obtuvo la obvia recompensa del giro de fondos por parte del ejecutivo. Se va evidenciando de alguna manera, que el modus operandi del presidente, al tener poco poder político propio, es salir cual perro chiquito a ladrar y bravuconear a cualquiera que lo contradiga para amedrentar y conseguir lo que busca. Eso sí, no sale solo: si hay algo que reconocerle a este personaje es que, por el momento, el manejo de las redes le es muy redituable. Rosca y tuits.
Hasta acá, son vericuetos de la democracia que no sorprenden demasiado salvo por un detalle: sin importar como se haya dado una discusión, que actores hayan intervenido, propios o ajenos, si el resultado es adverso a las intenciones del ejecutivo, desde la presidencia lo tratan de dibujar como un éxito total, porque su finalidad era ‘otra’. ¿Qué sería más importante que aprobar el paquete de leyes que le permita llevar su plan adelante? Según él, ‘Evidenciar a la casta’, evidenciar a quienes quieren perjudicar a los argentinos de bien…o sea, digamos, es muy caótico el andar de esta gente.
Pero no queda solo ahí: comienza la cacería; como diría un poeta, alguien va a pagar sus nervios. Acusan sistemáticamente a todo aquel que se ubique enfrente, de casta (la preferida de Milei), de velar por sus privilegios (con lo cual coincidimos bastante cuando se trata de políticos, jueces y empresarios), les lanzan un ejército de trolls a hostigarlos y ruedan cabezas.
En lo que va de gestión, tres meses nomás, echó o renunciaron nueve funcionarios de primera línea, entre ellos, los encargados de la gestión de políticas sociales como Rodrigo Aybar, que estaba al frente programa Potenciar Trabajo y era el encargado de lidiar con las organizaciones sociales, Pablo Rodrigué, ex subsecretario de Políticas Sociales, y Agustín Sánchez Sorondo, ex director administrativo, Enrique Rodríguez Chiantore, al frente de la Superintendencia de Servicios de Salud (todos con el respaldo de Patricia Bullrich y el ex senador Joaquín de la Torre), hace un mes, la renuncia del titular de la ANSES, Osvaldo Giordano, y la secretaria de Minería, Flavia Royón, tras la caída de la ley ómnibus, el ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, por supuestas filtraciones, Horacio Pitrau, secretario de trabajo expulsado por su mala negociación con la CGT, reemplazado por Omar Yasín, recientemente echado por aumentarle el sueldo a Milei, siendo esto último, de esas cosas donde la realidad superan a la ficción.
Tras haberse aumentado las dietas, en diputados y senadores, a manos de Martín Menem y Victoria Villarruel, el presidente, en una entrevista, haciendo gala de su coherencia, advirtió que ya había dado la orden de retrotraer ese aumento a la planta política y que no había convalidado que en el ejecutivo se diera aumento de ningún tipo. Días después nos enteramos que no solo se había aumentado el sueldo, sino que había sido antes que los legisladores y que el decreto lleva su propia firma. No sorprende en realidad que un primer mandatario no lea todo de punta a punta lo que firma, porque para eso tiene asistentes y secretarios, precisamente lo que sorprende es que, como se dice en el ámbito jurídico, no le cuiden la firma. También está la otra opción que es que, si pasa, pasa y me re aumento el sueldo, total cualquier cosa le echo la culpa a Cristina Fernandez. Tuit: No la ven.
Aunque parezcan sonseras, estas cosas entre otras, lo van pintando de cuerpo entero y evidenciando sus intenciones. ¿Por qué buscar la suma del poder público? Porque no quiere discutir sus medidas con la casta, ya que estas son ‘perfectas’, porque salen de sus libros y son empujadas por las fuerzas del cielo.
Algún desprevenido podría pensar que es un tipo firme y de convicciones, pero pareciera que, simplemente, no le entra un tiro.
“Ella empezó.“Javier Gerardo Milei.
Clima de época
Parece ser que el primer mandatario, viendo el resultado de las elecciones y su meteórico ascenso, quedó atascado en una campaña permanente donde priman los insultos y las bravuconadas para todes. No importa el cargo, el oficio, la edad, religión, si es aliado o adversario, todo aquel que lo contradiga, es automáticamente ’el enemigo’, y como tal, susceptible de ser agredido por él mismo cual nene mal criado, en redes o televisión, o bien, por un ejército de ‘seguidores’ furiosos que descargan todo su mierda, valientemente, desde atrás de un teclado. Ha pasado con otros personajes que reaccionen o respondan mal a alguna crítica, pero por lo general eran segundas y terceras líneas, o estaban fuera de un cargo político para no exponer al ’líder’ enojado (aunque todos más o menos sabíamos), pero lo novedoso y no por eso bueno, es el nivel de crueldad que manejan Milei y su séquito.
El mismo presidente, se auto percibe superior moral y estéticamente que el resto (¿por qué dirá cosas como estas no?), principalmente que los ‘zurdos’. Primer enemigo construido e insulto esgrimido por Milei (podemos recordar al ‘zurdo empobrecedor de Larreta’…que de zurdo no tiene nada). En Argentina, la izquierda en general, nunca ocupó un cargo ejecutivo para achacarles culpas en ese sentido, y no es por defenderlos, pero no tiene ningún asidero, salvo la construcción social que coloca a cierto peronismo o al kirchnerismo a la izquierda del espectro político. Es bueno saber que nada que ver. Pudieron tomar alguna ‘medida de izquierda’ o que también reivindique la izquierda, pero eso no los convierte ni los posiciona en ese lugar. Lo de superior estéticamente no vale la pena ni discutirlo, pero si lo de moralmente superior.
Si la moral es básicamente el sistema de valores que adopta un individuo o un grupo de ellos donde se acuerda que es lo que está ‘bien’ y lo que está ‘mal’ (claramente son subjetivos el bien y el mal), ¿qué tiene de superior creer que si alguien no puede pagar por la salud está bien que muera? ¿Qué tiene de grandioso creer que la propiedad privada está por encima de la vida misma? ¿es de campeón moral decidir quién merece vivir y quien no? Y si esos son sus valores, cuando habla de libertad, ¿hablamos de lo mismo? Claramente no. En su concepción de libertad esencialmente burguesa e individualista, prima el privilegio heredado y el sálvese quien pueda, incluso si ello implica aplastar al otro, entrando en contradicción con una visión anárquica de la libertad donde el otro es necesario para aprender, crecer, llevar adelante la reproducción material y biológica de la vida, amar. La solidaridad es primordial para ello y reconoce la igualdad entre pares como punto de partida; por el contrario, la competencia, parece solo necesitarnos enemigos. Y eso garpa.
A propósito de esto, se viene instalando un nuevo enemigo que es el ’empleado público’, queriendo de alguna manera resaltar, enarbolar lo privado sobre lo público como si fuese un valor en sí, cuando para la mayoría de los trabajadores es solo un laburo. De esta manera, si el empleado público es despedido, se festeja el haber sacado un parásito más del Estado, mofándose en Twitter o entrevistas de la cantidad de gente que acaba quedar en la lona, pero que, si son los malos, está bien. Pero también vemos festejar que cualquier seguidor o votante de Milei se quede sin laburo o se queje de los aumentos. ¿Lo único que tenemos en común es que odiamos al que piensa diferente? Volvemos a pisar el palito de la grieta y del enfrentamiento entre nosotros, quizás por falta de memoria y de pertenencia. Recordemos un poco.
Memoria
Cada primero de mayo, se recuerdan los acontecimientos de la revuelta de Haymarket Square, Chicago, cuando los trabajadores iniciaron una huelga en todas las fábricas para exigir a los empresarios una jornada laboral de ocho horas. Luego de días de protesta, el 4 del mismo mes de 1886, se produce un enfrentamiento entre manifestantes y la policía que termina con ocho compañeros anarquistas presos, enjuiciados y cinco de ellos condenados a muerte: los mal llamados “mártires de Chicago”. Decimos mal llamados mártires, porque esa mención le quita peso a la convicción de los compañeros que sabían a que se enfrentaban y por qué pugnaban: la Revolución Social. “Ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la casa”, algo que hoy nos parece ’normal’, trivial’, y hasta lógico, no lo era en aquel entonces ya que se llegaban a trabajar hasta 18 horas diarias…y nada de horas extras.
Este simple recordatorio es para poner nuevamente sobre la mesa algo que con el tiempo parece olvidarse o diluirse, y es que las cosas mínimas de las que disfruta un trabajador (decimos mínimas porque el grueso de lo que un trabajador produce se lo lleva el patrón), que se conocen como derechos, se consiguieron peleando, arrebatándoselo a los empresarios que nunca quieren ceder nada y desde los cuales muy poco ‘derrama’, concepto indigno si los hay. El que tiene, en el capitalismo, es el que no comparte.
Y es imprescindible recordar esto hoy, porque el futuro, y no solo de esta región, parece venir cargado de luchas en muchos frentes al mismo tiempo. Vemos todos los días imágenes de reconfiguración del capital donde se despiden de a miles de empleados, donde no se organizan, y resisten donde si lo están, granjeros embarrando de mierda edificios estatales por la apertura de importaciones de los productos que ellos cultivan en un desfile interminable de tractores, y todo esto acompañado de sequías debido al cambio climático y guerras que parecen, en cualquier momento extenderse a nivel mundial.
En esta región, hace muy poco, tuvimos una pequeña muestra de como conciben a los trabajadores y al trabajo, los llamados liberales u ortodoxos desde su mirada económica, lo que la mayoría conoce como la ‘derecha’. Al trabajo, quisieron disfrazarlo de ‘sociedad’, de libre acuerdo entre dos partes que se necesitan mutuamente negando la relación de dependencia y explotación de uno sobre el otro, lo que llevaría a una desprotección total del laburante porque a la hora de la repartija, no hay que ser adivino para saber que no es equitativa. La visión sobre los que es un trabajador es la de un factor de producción, como bien podría ser una máquina o una herramienta, por lo que, si no lo necesitas más, simplemente lo dejas de lado o lo cambias de lugar. Solo alguien que nunca laburó y nunca dependió de su trabajo para vivir puede pensar de otra persona de esa manera. Quedarte sin trabajo hasta ‘reacomodarte’ pueden significar meses de hambre y desesperación. Pero en esta concepción de la economía también escuchamos decirles a las pymes la palabra reconversión.
Claro, en la visión ortodoxa, sino competís en precio, se cierra la fábrica o se reconvierte en otra que produce algo diferente, sin tener en cuenta el conocimiento y la experiencia acumulados durante años detrás de la fabricación de algo y como si fuese mágico comenzar de cero a fabricar otra cosa; ni hablar, que, en el proceso, muchos laburantes quedan en el camino. Pensar que lo que figura en un texto de economía puede realizarse así, sin más, a vpriori debería ser una estupidez…pero después vemos a Milei presidente y se nos pasa.
En la actualidad, no solo hay un intento de reforma laboral que hasta la oposición y la propia CGT está dispuesta a discutir, sino que, de facto, se está dando un reacomodamiento de la macro y micro economía. Decimos de facto porque, sin ningún acuerdo, se están bajando los salarios y despidiendo sin mucha reacción de las centrales obreras. Pero esto es lo que debe pasar para llevar adelante ’el plan’.
Claro, si el plan es bajar la inflación sin molestar a los dueños de las cosas (clave en la toma de decisiones), la única salida que conocen estos muchachos es el ajuste. En primer lugar, deben caer los salarios, así el asalariado no puede demandar bienes y servicios y, con el exceso de oferta caería su precio. Esto no se da de manera lineal. Hay cierta elasticidad en la oferta y la demanda, lo que hace que esa caída en el precio tarde en llegar; luego con la caída de ventas, el empleador comienza a despedir porque produce menos y el costo se reparte en menos productos haciendo que el precio suba nuevamente; con la caída de ventas, también, cae la recaudación y consigo, la capacidad del Estado de afrontar pagos de salarios y servicios contratados, por lo que una buena salida sería…otra devaluación. La moneda vale menos, se puede comprar menos, la inflación y coso. Claramente, un perro mordiéndose la cola como decíamos en diciembre.
En segundo lugar, debe crecer el desempleo para mantener los salarios bajos, ya que, si muchos trabajadores pujan por el mismo puesto, se está dispuesto a aceptar peores condiciones de trabajo y remuneración. La desesperación nos vuelve un poco como ellos.
En tercer lugar, la demonización y represión de todo aquel que discuta o no esté dispuesto a aceptar las nuevas condiciones. Desde ataques en redes hasta palos en las calles son estrategias de amedrentamiento para todo aquel que pretenda disentir. Muy democrático todo.
Pero todo esto, no es casualidad, sino que esto es precisamente el plan. El presidente Milei, se la pasa hablando de un rebote en ‘V’, lo cual hasta puede ser cierto, pero para eso requiere si o si que se licúen los salarios, para que el costo de funcionamiento de toda la maquinaria del país sea más barato, evidenciando que no será para todos (el rebote va a existir, pero la mayoría lo vamos a ver pasar con la ñata contra el vidrio) y es por eso que insisten con la reforma laboral como eje porque todos tenemos que hacer sacrificios para cambiar la Argentina.
Ahora bien, de hacer un sacrificio ¿no es mucho mas noble pelear por una vida digna en lugar de sostener con el esfuerzo diario a la crápula gobernante? y ¿qué sacrificio hará la casta que, siendo empresarios, aumentan los precios a diario de los alimentos y todos los productos en una transferencia de ingresos descomunal y, siendo políticos, se aumentan la dieta argumentando que no les alcanza? Quizás debamos recordar de dónde venimos, entender que nos tenemos los unos a los otros y que, ese es precisamente el único poder con el que contamos para liberarnos del yugo del Estado y el capital.
Recordemos entonces, la solidaridad de clase.