Desde nuestra última nota en la que hablábamos de la Pandemia hubo un incremento de 7.919.467 casos a nivel mundial, 401.596 personas murieron desde que escribimos esa nota, hace dos meses. La magnitud del desastre que veíamos en ese momento y como golpeaba en ciertos países con cientos de muertes cada día quedó eclipsado bajo el crecimiento exponencial en nuevos focos de contagio, tan sólo en EEUU se pasó de cerca de 10.937 muertes a 110.000. Argentina mantiene una tendencia sostenida de crecimiento pero mucho más lento que el resto de los países vecinos, de los cuales Brasil es el mas castigado. De todas formas otras 43.313 personas se enfermaron y 990 personas murieron en Argentina durante estos dos meses.
Los números empiezan a perder sentido. El cerebro humano aparte de no poder comprender números grandes, no logra empatizar con la muerte en una escala tan masiva1. Lo que al principio parecía sorprendente hoy es común, es por eso que no importa que hayamos dado un dato incorrecto más arriba y que la cifra real de muertes en EEUU al día de hoy (23/06) sea 122.611. Probablemente no sea algo que te provoque una respuesta emocional, es una diferencia de sólo veintidós mil y pico, pero son más de veintidós mil personas que vivieron hasta encontrarse con este momento. Nos acostumbramos, como con tantas otras muertes antes, y ahora es sólo una causa más. Un conjunto de pixeles de determinado color en una pantalla.
Claro está que para muchos/as es sólo cuestión de tiempo que esos pixeles se transformen en un mensaje, una llamada telefónica, un abrazo detrás de un barbijo, o en el dolor en la soledad de cuatro paredes.
Plan
El impacto que tuvo, tiene y puede tener el SARS-Cov-2 alrededor del mundo se debe, en parte, a la falta de inmunidad que tenemos para este virus. Sin ningún tipo de medida de cuidado y distanciamiento físico, podría arrasar con millones de vidas, sin embargo, algunos politicos2 e incluso epidemiólogos3 llegaron a proponer que el mejor curso de acción era apuntar a lograr la “inmunidad de grupo”. En el ámbito local el Ministro de la Provincia de Buenos Aires mencionó la posibilidad de “ir hacia un contagio administrado”4, idea similar para lograr que algunos sectores de la población tengan cierta inmunidad. Del otro lado de la grieta algunos diputados trasnochados se apuraron a presentar un proyecto de ley para crear un “Certificado de Respuesta Inmune” que permita circular y trabajar libremente5.
Pero trasnochados, o mas bien inescrupulosos, hay en todos lados. Jaime Mañalich (ex Ministro de Salud de Chile) el 16 de abril anunció el debut del carnet COVID para acreditar “inmunidad”, proceso que se dilató hasta, por ahora, darse de baja. De igual forma se barajaron ideas sobre “pasaportes de inmunidad” en Alemania, EEUU y el Reino Unido y están en diferentes etapas de discusión.
El concepto de “inmunidad de grupo” generalmente se asocia a las vacunas e irónicamente es la razón por la que existen los/as militantes anti-vacunas, ya que gracias a que gran parte de la población está inmunizada a ciertas enfermedades la capacidad de contagio de algunas enfermedades es limitada. Lo que genera en estas personas esa falsa sensación de seguridad al no vacunarse y no enfermarse (aunque muchos/as se enferman y sus hijos/as mueren por causas evitables).
Pero como no existe una vacuna, sólo puede desarrollarse inmunidad a una enfermedad como la COVID-19 siendo infectado/a. Esta inmunidad todavía no se sabe cuánto puede durar, o qué tan efectiva es (el virus sólo estuvo algunos meses circulando). Pero, imaginemos que tenemos suerte y puede durar un tiempo largo (uno o dos años), para lograr la inmunidad de grupo tenemos que llegar a un porcentaje de la población inmune suficiente que logre evitar nuevos contagios, esto tiene que ver con la tasa de reproducción base del virus (R0). Por ejemplo, para la papera, que es una enfermedad altamente contagiosa, con un R0 de 10-12, se necesita cerca de un 92% de la población inmunizada para frenar la enfermedad. Afortunadamente la COVID-19 es menos contagiosa, y estaría cerca de 3, es decir una persona puede infectar a otras tres, con lo que se necesitaría que entre un 60-70% de la población se contagie6.
Por lo menos el 1% de ese 60-70% podría morir para lograr la aclamada inmunidad de grupo7, en nuestra región la cuenta seria cerca de 270.000 personas en Argentina, un poco mas de un millón en Brasil, 114.000 en Chile, y unas 198.000 más en Perú. Estos números que mencionamos toman la tasa de mortalidad desde un análisis medianamente optimista (1%) en vez de la conocida sobre los casos confirmados que es de 5.3% a nivel mundial. Por supuesto que como dijo el Ministro Gollan estos contagios deberían ser “administrados” de lo contrario el sistema de salud colapsaría y las muertes, no sólo por esta enfermedad, serían muchas más.
Quienes tienen este enfoque ante la idea de “administrar” el contagio para poder seguir trabajando y que la economía siga funcionando, mencionan poner a resguardo a la “población de riesgo”. Quien lee esto puede preguntarse si formaría parte, o no, de este grupo. Tendemos a pensar que es un tema de edad simplemente, pero tiene que ver con condiciones preexistentes de salud, como la diabetes, obesidad, problemas cardiacos, enfermedades respiratorias, etc. Se estima que una de cada cinco personas en el mundo tiene una condición que podría agravar su respuesta a la enfermedad (esto no quiere decir que requieran hospitalización sino que el riesgo aumenta)8.
Pero hay que tener en cuenta que incluso logrando la ‘inmunidad’ la enfermedad no desaparece, simplemente comienza a frenarse. Pero si la epidemia no está bajo control al momento de llegar al 60% de infectados necesario para la “inmunidad de grupo” la enfermedad no frena sino que sigue expandiéndose pudiendo llegar por encima del 90% de la población9.
Entonces habría que preguntarse qué podría generar la implementación de los “certificados de inmunidad”. Cuando estos sean condición necesaria para trabajar, las poblaciones mas explotadas y empobrecidas deberían “apostar” que podrían sobrevivir la enfermedad para poder conseguir un trabajo que les provea de sustento. En todos los lugares esta enfermedad mató en mayor porcentaje a quienes viven en la pobreza, esta idea detrás de los certificados sólo potenciaría esta tendencia.
Incluso en los países que fueron más golpeados por la primer ola de la enfermedad se está muy lejos de la inmunidad de grupo, pero hay gente que sigue diciendo, como el primer día, que la enfermedad tiene una mortalidad baja sin ponerse a pensar que significado tienen las palabras cuando se juntan para armar una frase. En este punto habría que ponerse a pensar si esto es estupidez o simplemente malicia.
Desde los primeros días de la pandemia hablamos de las prácticas de cuidado y distanciamiento físico como medidas necesarias para el cuidado de nuestras comunidades, estas prácticas son una suerte de imitación de lo que logra la inmunidad de grupo. Es decir, mientras más personas puedan tomar medidas de distanciamiento físico e higiene, menos son los contagios en general para toda la comunidad. Menos son las vías disponibles para la propagación del virus. A mayor número de infecciones mayor es el riesgo de los/as más vulnerables.
Porque incluso logrando alcanzar el limite de la inmunidad en la mayoría de la población, una sola persona infectada que esté en contacto con una comunidad vulnerable puede causar un brote. Esta enfermedad golpeó muy fuerte en los hogares de ancianos tanto en Italia, España, EEUU y Francia10. Estas poblaciones van a seguir siendo vulnerables hasta que haya una vacuna o un tratamiento seguro disponible.
Estrategia
El testeo sobre anticuerpos en las zonas más afectadas parecen indicar que la mayoría de la población es todavía susceptible a una infección. No está claro cuánta inmunidad proveen los anticuerpos; y una vacuna está a meses o años en el futuro. Decenas de miles de casos siguen apareciendo y miles mueren cada día. Esos números van a aumentar inevitablemente mientras las comunidades vuelven a la “normalidad”.
Está bastante claro que el único motivo detrás del empuje para volver a la normalidad es poder “reabrir la economía”, es así que un país como EEUU que sostiene un promedio de 20.000 nuevos contagios diarios desde fin de marzo, promueve la vuelta al trabajo y sobre todas las cosas, la vuelta al consumo. Algo parecido pasa en las grandes ciudades de Brasil que comienzan a reabrir los shoppings y negocios que habían cerrado, mientras la situación está completamente fuera de control, con Bolsonaro a la cabeza del pedido de la reapertura, insistiendo que el hambre y el desempleo podrían matar mas personas que el virus en si mismo.
Muchas ciudades que levantaron las medidas de aislamiento tuvieron que volver atrás por lo menos de forma temporal, y otras no ven, o no les interesa ver, otra opción que seguir adelante. Por ejemplo, el nueve de mayo cuando el gobierno de Pakistán anunció que su país no podía seguir soportando el costo económico de las medidas de aislamiento tenía sólo 20.000 contagios confirmados. Hoy tienen 176.617 casos y hay carteles fuera de los hospitales que indican que no tienen más lugar. Los/as trabajadores de la salud caen enfermos y el gobierno les responde con golpes y detenciones11 cuando reclaman por insumos, mientras aprovecha la situación para intentar privatizar los hospitales12.
Es real que las medidas de “aislamiento obligatorio” generaron este problema económico, pero el enfoque de Suecia de ir hacia una “inmunidad de grupo” manteniendo una apertura de los negocios, bares, etc. tampoco les evitó los problemas económicos de un mundo globalizado13 y en el camino terminaron con una de las tasas de mortalidad per capita más alta del mundo y cerca de la mitad de las muertes dentro de hogares de ancianos.
Guerra
El tema es que estas opciones son parte de una falsa dicotomía. El riesgo no es binario, la opción de “quedarse en casa” o volver a la “normalidad” no es real. Este tipo de enfoque del estilo todo o nada para prevenir una enfermedad traen consecuencias. Si el peligro es la enfermedad y el riesgo es la posible exposición a esa enfermedad hay motivos razonables por los cuales tomar riesgos. Los beneficios de tomar estos riesgos son tangibles, ya sea para poder salir a buscar el mango o mismo porque las personas necesitan de otras personas para su bienestar mental. En cambio, el cuidado individual no tiene beneficios visibles en el corto plazo. Uno no sabe cuando se lava las manos si tenia, o sigue teniendo el virus, por ejemplo. Entonces no se puede simplemente tratar de imponer el abstencionismo como forma de evitar más contagios, está probado que eso no funciona.
El riesgo es una escala y es necesario poder entenderla para poder “aprender” nuevos comportamientos que nos brinden seguridad. De otra forma las personas terminan enfocando su atención en fuentes de contagios que son improbables (el/la runner como le llaman ahora, el/la que anda en bicicleta, un periódico, etc.) mientras no terminan de evaluar el riesgo que supone no tomar medidas de precaución, que si bien son imperfectas ayudan mucho más; como mantener una distancia prudencial con otras personas, taparse la boca y nariz con algún trapo, achicar los grupos de personas con las que uno/a tiene contacto, etc.
Porque de fondo esta discusión banal de tener que elegir entre la danza o el martillo sólo existe por la realidad del mundo en el que vivimos. Es el Estado el que termina dictaminando cerrar una fábrica, una empresa o un negocio para cortar la circulación de los contagios y lo hace según como el tiempo politico y económico se lo indique. Lo vimos con los “trabajadores esenciales” alrededor del mundo y no hay que sorprenderse cuando, si el momento lo requiere, el Estado de la misma respuesta pero a la inversa, abriendo por más que el costo humano sea altísimo. Y todo por el “libre comercio y la libertad individual”.
Deberíamos ser los trabajadores los que marquemos esos tiempos, los que podamos decidir aunque sea cómo parar la producción en defensa propia. En algún momento de la historia decidimos no hacerlo y habría que empezar a hacerse cargo del costo que tienen esas decisiones que implican delegar en los gobiernos. Porque son nuestras decisiones las que dictan la magnitud y la escala en la que el virus pueda actuar para convertirse en una epidemia. Nuestras decisiones pueden llevar a la muerte o la enfermedad, son nuestras decisiones sobre cuidar al otro o no, cuidarnos a nosotros/as mismos/as, proteger a los/as más vulnerables. El virus va a hacer lo que el virus tenga que hacer, que en su caso es simplemente buscar la maquinaria necesaria para su reproducción, y esos/as somos nosotros/as. No podemos simplemente pretender que no pasa nada para mantener algún tipo de paz mental o terminar pensando que no hay curso de acción sin la ayuda del Estado.
Mientras sigamos con esta guerrita cultural, que si el barbijo nos aprisiona, que si la cuarentena es un privilegio de clase, que cómo se van a atacar a las libertades civiles, etc. no sólo nos hundimos cada vez más profundo en la pandemia, sino que evitamos ver la realidad del mundo en el que estamos viviendo. Porque siempre es preferible la ficción. Es mucho más reconfortante tener un enemigo claro a combatir y si es inalcanzable major, así asumimos la derrota de antemano. Entonces siempre va a ser mas fácil culpar a Soros, Bill Gates, o “al sistema” como entidad abstracta y listo, pero la realidad es compleja, los seres humanos somos complejos… por mucho que repitamos la estupidez de moda no la hace verdad. Todavía tenemos el potencial de salvar a cientos de miles de personas, pero capaz ese sea un número demasiado grande como para que nos importe.
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https://www.npr.org/2020/04/26/845211085/stockholm-expected-to-reach-herd-immunity-in-may-swedish-ambassador-says | https://www.theguardian.com/world/2020/apr/12/documents-contradict-uk-government-stance-on-covid-19-herd-immunity
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https://www.telam.com.ar/notas/202004/458007-salud-bonaerense-daniel-gollan-coronavirus.html
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https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dsecretaria/Periodo2020/PDF2020/TP2020/2452-D-2020.pdf
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https://www.theguardian.com/world/2020/apr/26/virologist-christian-drosten-germany-coronavirus-expert-interview | https://www.nytimes.com/interactive/2020/05/28/upshot/coronavirus-herd-immunity.html
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https://www.cebm.net/covid-19/global-covid-19-case-fatality-rates/
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https://www.thelancet.com/journals/langlo/article/PIIS2214-109X(20)30264-3/fulltext
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https://www.nytimes.com/interactive/2020/05/09/us/coronavirus-cases-nursing-homes-us.html| https://cnnespanol.cnn.com/2020/05/26/el-mundo-sacrifico-a-sus-ancianos-en-la-carrera-por-proteger-los-hospitales-el-resultado-fue-una-catastrofe-en-los-hogares-de-ancianos/
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https://www.jacobinmag.com/2020/05/pakistan-coronavirus-doctors-protests-hunger-strike-coronavirus
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https://www.ctvnews.ca/world/sweden-didn-t-lock-down-but-economy-to-plunge-anyway-1.4973195