Cuando los medios de información masivos intentan mostrar algo, instalar un tema, o si ocurre un hecho que consideran de relevancia, sobran los panelistas o especialistas en tema de actualidad que harán los análisis correspondientes para hablar mucho y no decir nada al mejor estilo de sociólogos o politólogos (con o sin papeles).

Google está ahí, al alcance. Pero no es garantía de información válida. Entonces es probable que se confundan nombres de locales con organizaciones, formas organizativas con grupos y se interpreten los hechos basados en la lectura de un twit. O peor aún, de la política.

Con la muerte de Santiago se acercó más gente a los anarquistas, algunos/as compañeros/as volvieron a salir o a “activar” y otros tantos decidieron definirse a sí mismos/as anarquistas.

A muchos/as nos pasó creer que el grupo al que nos acercamos o del que formamos parte es “el anarquismo”. Rápidamente vemos que eso no es así y surge la intención genuina y sincera de querer “dar forma al movimiento” o impulsar “nuestra tendencia”. Algunas veces, desconociendo o no queriendo ver lo hecho por compañeros/as antes que nosotros (lo bueno y lo malo). Hoy puede ser que la persona que hace unos años se recorría todos los ramales del tren llevando una prensa ya este cansado y hoy al diariero le resulte nueva la persona que hace ese laburo. Quizás pase lo mismo en varios ámbitos de lucha, pero es eso. Las pintadas, los afiches, la enorme cantidad de libros editados, o los locales están ahí porque alguien se encargó de eso, y si algunas veces basta decirse anarquista para ser aceptado/a (o no) en algún ámbito es porque ya los hubo y seguramente los hay. ¿Qué hay mucho por hacer y lugares donde no se esta? ¿cosas para mejorar? Si, claro.

El ejemplo del “caso Santiago Maldonado” es bastante claro para la persona que realmente esté interesada. No hace unos meses que distintos/as compañeros/as son solidarios/as o tienen vínculo con la lucha de algunas comunidades mapuches. Son años puestos en eso, como en otras luchas. Que no se las llame “trabajo” o no se “saque chapa” puede ser el motivo de que no aparezca en una búsqueda en la WEB.

Puede que no haga falta mencionarlo pero, más de un preso político, no un político preso, conoce de la solidaridad anarquista y en más de una oportunidad los/as que algunos llaman antisociales o insurreccionalistas, bancaron poniendo el cuerpo y recursos, luchas de los laburantes o sindicales o de “trabajadores de base”. Si los heridos de bala, o los/as presos/as no llegaron a los medios, no quiere decir que nada paso.

No creemos útil ni necesario definir las cosas en términos académicos y tampoco entrar en las discusión de quien tiene la posta del anarquismo y sus “tendencias” pero si dejar en claro que no consideramos compañeros/as a los que van por el partido (con otro nombre, claro) ni a toda la gama de ofertas dentro del ciudadanismo. Al parecer, el anarquismo hoy tiene un segmento que puede generar ganancias. Esperemos que dure poco y cuando se terminen las remeras del lechuga, dejen de venderse revistas a colores repletas de tonterías políticamente correctas, falsas críticas y falsas promesas.