"… contra el Estado y el Capital, contra la Iglesia, contra toda autoridad." Esa vieja canción que cualquier anarquista podría cantar, no parece ser algo que cantaría el “primer gobierno liberal libertario de la historia de la humanidad”.
Casi desde que nuestras ideas tomaron forma se definió al Estado como enemigo de la libertad, al Capital como su socio y a Dios como garante de la sumisión. Parece mentira, o una simple chicana, pero por las dudas es necesario aclarar que Milei de anarquista tiene lo mismo que Massa de comunista.
Hoy la Argentina tiene un presidente que se comporta como un profeta y garantiza los negocios del Capital usando todos los recursos que le otorga el manejo del Estado. Por ahora una gran parte de la población parece dispuesta a soportar el sacrificio con la esperanza de un bienestar futuro. A cambio, el gobierno muestra despidos y cierres de ministerios como parte de la batalla cultural, mientras sigue poniendo fichas al sálvese quien pueda, incluso pisando la cabeza del de al lado.
En pocos meses parece que estableció una nueva grieta (mentirosa como la anterior) y hay que elegir un bando.
Resulta difícil establecer esa “tabula rasa” propuesta por Milei para sumar gente, y retomada para el “otro lado” por quienes fueron parte de lo que vino pasando hasta la llegada del nuevo gobierno.
El espanto no es suficiente como para olvidar a nuestros muertos, la persecución, las patotas rompe huelgas o los presos por luchar. La CGT es la misma desde siempre, y no somos nosotros los que impedimos la libertad sindical.
Mucho menos vamos a sentir culpa por no apoyar al otro candidato de la derecha y tampoco somos responsables por la pérdida de tantos derechos proclamados como propaganda hasta el hartazgo. No somos parte en esa discusión, no tenemos lado en la disputa política y no figuramos en las encuestas.
Para nosotros la lucha sigue siendo la misma, concreta y material.
El primero de mayo representa distintas cosas según sea la pertenencia ideológica. En nosotros, la idea de la Revolución Social partiendo desde el mundo del trabajo, desde los explotados para llegar al fin de la explotación. Nunca fueron solo las 8 horas de trabajo o de ocio, tampoco el cambio de las condiciones de explotación, la finalidad anarquista. La búsqueda de la Revolución social que nos lleve al comunismo anárquico no puede estar separada de los medios empleados en ella. La solidaridad, el compromiso militante, el legítimo uso de la violencia (que viniendo del lado de los explotados sigue siendo siempre en defensa propia) y dar la pelea usando formas de organización que expresen lo que se busca y no reproduzcan verticalismos. La coherencia entre el fin y el medio nos distingue de otras corrientes de pensamiento.
Hoy parece necesario, además, enfocarnos en otro aspecto que nunca estuvo fuera de nuestros principios. Si el Estado (y el capital) logra imponer la lógica de un individualismo egoísta, si se instala una polarización entre laburantes (impulsado por pequeñas vanguardias que solo parecen no querer asumir el engaño) solo por votar a uno de los dos candidatos afines a la derecha republicana, estamos jodidos.
No vamos a llegar a buen puerto si navegamos en el regodeo de ver al otro pasándola mal, ya sea porque se quedó sin laburo, o por que la economía lo empieza a hundir. La idea de “que se jodan” dicho desde cualquiera de los dos bandos, solo garantiza que sigamos para abajo, más aún cuando siempre es al otro al que “le llenan la cabeza”. Van demasiados años de ir cayendo en el pozo capitalista que nos hace creer que el otro no vale nada mas de lo que pueda darnos (su fuerza de trabajo, el teléfono o el voto, da lo mismo).
Entonces, como siempre, la lucha va de lo individual a lo colectivo, ida y vuelta tratando de potenciarse. La empatía, la acción directa y la solidaridad no pueden doblegarse según el tiempo que corre o la coyuntura. Necesitamos ver en el otro la posibilidad del apoyo mutuo y la búsqueda de un cambio radical de lo que nos pasa. Pensar, discutir tratando de llegar a algún punto en común para poder encarar las luchas. Nada de lo dicho implica (por si hace falta aclarar) la discusión política o el armado de frentes comunes que tantas veces fueron tentadores para luego demostrar el fracaso.
Vamos a estar siempre del mismo lado, seguimos estando del lado de los explotados. El movimiento obrero, el mundo laboral y la vida misma están en constante cambio, pero seguimos pensando que en eso de los “Derechos”, queremos todo. Porque todo es nuestro.