Una parte muy importante en la política es lo discursivo que apela a la emoción. El Estado presente, la patria es el otro, son frases como fue pobreza cero. A la hora de actuar, los gobiernos cambian más en el relato que en los hechos. Entonces, hoy tenemos otras palabras para describir la inflación, la devaluación, la política impositiva o el blanqueo de capitales. Que primero la salud y después la economía, que es más importante la vida que la libertad, el amor o el odio, normalidad o nueva normalidad solo son frases que generan horas de discusión para no discutir nada. Por qué cuando el Capital reclama, la receta parece ancestral y cada gobierno la cumple poniendo su toque particular, que puede cambiar un poco el sabor o la textura, pero sigue teniendo gusto a soja y olor a gas lacrimógeno. Como en 1984, algunos comen del plato sabiendo que es mentira, pero convencidos de que es riquísimo.
¿Y nosotros/as?
Varias veces explicamos que estas páginas sólo representan el punto de vista de un pequeño grupo editor. Hoy no podemos hablar de un anarquismo, o de “los/as anarquistas” salvo en muy pocas cosas. Siempre está el anarco que participa, que se compromete aun sabiendo que la política está metiendo la cola. Por momentos se convierte en un problema con todas sus negaciones, en otros prefiere tragarse sapos para que lo poquito que se logró no se rompa. Esas cosas y algunas más nos unen a muchos compañeros/as en todo el mundo.
En lo que a nosotros/as respecta, a las cosas las vemos como siempre. El devenir del anarquismo nos deja sin quererlo, del lado dogmático, principista, anacrónico. Queremos ser más o por lo menos que se nos entienda, pero si para eso tenemos que convertirnos en activistas de “todo lo que está bien”, preferimos no hacerlo. No parece ser difícil, incluso el discurso de parte del gobierno y de sectores nazis minoritarios dicen lo mismo que muchos anarcos. Es una cuestión casi de marketing, decir lo que el posible comprador quiere escuchar y con las palabras claves para que sienta que estamos de su lado.
Pasamos. Seguimos creyendo en los mismos principios, en la militancia y la formación, en un horizonte que llamamos comunismo anárquico, entendiendo que solo lo lograremos con gente que tenga problemas reales, sin importar como hable, que coma o a que grupito de consumo pertenezca. Como alguno/a dijo, ojo con seguir tirando de la piola, que cuando pase la moda, sólo nos quedan los saldos.