Pasaron las PASO, ahora quedan una o dos oportunidades para definir quién ganará la Presidencia de la Nación. Los tiempos electorales parecen absorberlo todo con una red de encuestas y declaraciones demagógicas. En los próximos números tendremos tiempo para hablar del bando ganador y tratar de analizar desde que lado vendrán los palazos (al parecer, el próximo presidente será Alberto Fernández, quien representa al campo nacional y popular desde un piso en Puerto Madero). No hay mucho para decir sobre las elecciones que no se diga en todos lados. Sólo resaltar que puede cambiar el partido de gobierno, pero en la función primordial del Estado, las cosas no cambiaron ni van a cambiar demasiado. Esto no quita que consideremos necesario analizar algunos fenómenos que se dan en otras partes y ver cómo encararlos si llegaran por acá.
Hace ya mucho tiempo un compañero dijo algo como que cuando el pueblo está siendo golpeado con un palo no es mucho más feliz si a eso se le llama el palo del pueblo. En este número intentaremos hablar de cómo se maneja dicho palo, y si lo hacemos es en función de un objetivo franco, que es seguir intentando destruirlo y jamás tenerlo en nuestras manos.
Bakunin nos decía que mientras la humanidad esté dividida en una minoría explotadora y una mayoría explotada, la libertad es imposible, transformándose por tanto en una mentira. Seguimos creyendo que para romper esa mentira, la solidaridad es una de las herramientas fundamentales.
Otro número de Anarquista, a dos años de la muerte del lechuga, y nosotros/as seguimos hablando de la solidaridad. Insistimos, no sólo por-
que consideramos que es una necesidad real recuperarla en la práctica, lo hacemos también por que no vemos que esté todo perdido. La cosa sigue estando difícil, pero nunca la tuvimos fácil. Si a pesar del uso político que hacen los/as miserables de siempre, hay gente solidaria que ante el frio y la intemperie que castigan, sale a dar una mano, si otros tratan de que todos los pibes coman, es que como especie seguimos siendo una posibilidad (después podemos discutir cuanto de esto fue gracias al empujón que se dio desde los medios y esas cosas). La radicalidad, eso de ir al fondo del problema, no parece estar tan cerca, y en gran medida a eso apuntamos cuando hacemos este periódico. Desde lejos viene el recuerdo del “pacto de solidaridad” de la FORA, ese que parado en principios claros veía el apoyo mutuo entre los/as explotados/as como fundamental para la emancipación y la búsqueda del comunismo anárquico.
No lo decimos con nostalgia o añoranza de un pasado mejor, sino como lo que algunos llamaran memoria viva o algo así. En definitiva, somos la continuidad de una lucha que viene desde hace mucho tiempo y que se sigue repensando mientras va intentando. Hoy seguimos haciendo el periódico como un aporte en esa búsqueda, como una manera más de llegar a otros que quizás estén pensando algo parecido. Pero no somos poetas, no vamos a decir que estas páginas o las palabras escritas en papel son un arma ni metáforas para dar teoría política que hable de los problemas ajenos. No es más que un periódico, escrito por explotados/as que quieren dejar de serlo, y eso no es poco.