Arranca 2018 y un puñado de anarquistas encaramos este proyecto en papel. La idea central de la publicación es abordar diferentes cuestiones que nos afectan o que consideramos importantes.
Algunos de estos temas vienen de tiempo atrás, y otros intentaremos pensarlos antes para afrontarlos lo mejor posible.
Desde hace varios años el acceso a la información no es un problema para quien se interese en algo. Por momentos la cantidad de datos y de notas de opinión, sumado a la velocidad con que se instala y se baja un tema en los medios y en la calle, puede resultar abrumador. Definitivamente no queremos ser parte de este fenómeno y tampoco plantearnos dentro de lo que suele llamarse contra información.
No tenemos recetas ni verdades reveladas. Sí contamos con ciertos principios o valores que nos ayudan en el análisis de lo que pasa y en las formas que utilizamos para intervenir en el conflicto social. Pero son principios, no dogmas. Por lo tanto, a la hora de pensar, no tenemos problemas en tomar cosas de autores o publicaciones de las más variadas ideologías.
Sabemos qué buscamos y no tenemos problemas en poner en crisis ciertas cosas (acciones, maneras, ideas, corrientes) que sin el ejercicio de cuestionarnos, podrían ser formas de una estética que sólo nos harán sentir parte de un algo (campo popular, movimiento) que no nos interesa.
Hoy parece que no hubiera espacio para las ideas anarquistas clásicas. Demasiados ismos se han aceptado cómodamente y todo parece ser una ensalada donde se convive democráticamente sin contradicciones.
Sin estar libres de contradicciones, elegimos poner en tensión ideas que hoy parecieran viejas, como el concepto de clase; incluidos/as y excluidos/as; solidaridad y otros. Porque si bien somos individuos (o personas, para el caso da lo mismo) nos vemos parados de un lado en esta vida (que no es justamente del lado del patrón, sea de la cultura o el género que sea), y no como parte de una “diversidad de múltiples subjetividades”.
Hoy nos toca soportar un gobierno que parece ser la unión de familias históricas de patrones de estancias y CEOS de grandes empresas. Pero no dejamos de ver que para sostenerse utiliza los recursos que el gobierno anterior, que se vendía como progresista, supo dejar a mano (Gendarmería y su Proyecto X; la Ley anti-terrorista, etc.).
El proyecto que ya conocemos incluye reformas en las relaciones laborales, aumento en los precios de prácticamente todo lo que es básico para la subsistencia y recortes en lo que llaman gastos sociales. Está claro como viene la mano y también que la resistencia tendrá consecuencias que irán en aumento a medida que desde el Estado se logre cooptar a los referentes sindicales o de movimientos sociales. Decenas de detenciones en las últimas manifestaciones, con compañeros encarcelados o procesados y la imagen de Santiago o Rafael como ejemplo de hasta donde están dispuestos a llegar para lograr sus objetivos.
Al mismo tiempo, los grandes del capitalismo global ven la posibilidad de un nuevo intento para probar una vieja receta. El FMI está nuevamente presente en la región y la cumbre de la OMC o el G20 en Argentina son gestos muy claros de lo que pretenden para estas tierras.
El panorama es complicado, y la brutalidad del gobierno en sus planes, genera nuevas formas de resistencia. Mucha gente se acerca a los espacios de lucha buscando por momentos respuestas (que muchas no tenemos) o simplemente herramientas y cómplices. Es ahí donde queremos y creemos poder aportar algo.
A veces nos resulta más fácil explicar lo que no queremos, definirnos por la negativa. De algunas cosas estamos seguros. Ni vemos cambios para bien por mucho globo amarillo que decore, ni creemos en una resistencia con base en Puerto Madero y hoteles de lujo. No somos jóvenes emprendedores ni ciudadanos reclamando supuestos derechos conquistados a fuerza de votos.
Somos parte de quienes queremos cambiar todo de raíz y de forma definitiva. Esperamos que estas páginas aporten en algo a ese objetivo.