Clima de época. Frase escuchada repetidamente utilizada por los comunicadores para explicar ciertas conductas de los distintos actores sociales que se dan en determinado contexto; en nuestro caso, las elecciones, y todo lo que signa la pelea por un pedazo de pastel, y una supuesta batalla cultural que nos divide mediante la famosa grieta. Donde más rápidamente se verifica el clima es en la justicia, que viendo el casi seguro cambio en el ejecutivo, ya comenzó a mostrar gestos de bienvenida con resoluciones varias. Muy justo.

Hablando del clima, nos hemos encontrado gratamente con que en el gobierno está lleno de amantes de la más alta literatura, que utiliza metáforas para que hasta nosotros entendamos. Paseamos desde ‘pasaron cosas’ a ‘nos agarró una tormenta’, de ‘estamos a la mitad del río’ (todas de Mauricio Macri) a ‘estamos en un barco con problemas’ (H. Lacunza), llegando a ‘estar nadando sin fuerzas para llegar a la orilla’ (E. Bullrich). Esto tiene que ser mucha coincidencia o es ideológico a pleno: en la crisis nos bajaron del barco. Eso sí, el clima una porquería.

En el caso de la cuestión electoral, día a día se incrementa la presencia de los spots publicitarios en los medios, que nos perseguirán hasta un par de días antes (comienzo de la veda) de la fecha señalada como “la fiesta de la democracia”. Palabras vacías, muy llenas de mierda, enlistadas para reafirmar al fanático y en una de esas torcerle la voluntad a algún/a indeciso/a, que como dijera el gran gurú Duran Barba, no son otra cosa que simios signados solo por lo emocional. Y a eso apuntan los discursos: a tocar una fibra que hace que en las personas surja un sentimiento inapelable y lo ubique de un lado u otro, dando comienzo a la batalla cultural.

Los cuadros políticos, se supone, están convencidos de lo que hacen y dicen (de última verificarán si se equivocaron en el fracaso de su plan), y cada palabra o acción tiene una intención y busca un resultado. Podemos pensar rápido en Alberto Fernández diciendo alegremente que el dólar estaba barato, seguido de una suba automática del verde, que por más razón que tenga, en el contexto en que es dicho, pareciera que fue para embarrar un poquito la cancha a un Macri que no da pie con bola. O a cualquiera del oficialismo pronosticando durante años que si gana el kirchnerismo no se pagarán las deudas, haciéndonos vivir una profecía auto cumplida: el lunes después de las PASO, se iba todo al tacho. Nota al margen, podemos comentar que el viernes antes de las PASO, el mismo gobierno dio a conocer una encuesta entre los empresarios más afines y gente de la city, cosa prohibida por sus propias leyes, donde se mostraban ganadores (más allá de lo que pifian las encuestas todas las veces, esta estaba algo tocadita) para inyectar confianza en “los mercados” (¿qué serán?), los mismos que al ver el resultado el domingo comenzaron a moverse para no perder y, otra vez, todos a la banquina. ¿Casualidad o pura causalidad? Aquí hablamos únicamente de los actores de la región, pero sabiendo que los mercados no entienden de naciones y fronteras, desarrollamos un poco más el concepto en Mercados.

Esto llevó al Gobierno, lento de reflejos, a volver al control de capitales… otra vez el ¿cepo? Ah no, ahora que somos parte del mundo no le podemos decir así. Ese fue uno de los motivos (la 125, la ley de medios y el pago de ganancias entre otras) por los que la sociedad se dividió, entre los que consideraban que era lo quehabía que hacersey los que no. Los últimos, son los que principalmente le dieron la espalda a los K, para encontrarse luego de cuatro años en un lugar aún peor, pero todavía enojados. Ah cierto, Alberto después dijo (quizás con culpa) que el dólar debía estar más bajo pero se ve que “los mercados” no escucharon eso. Una pena.

Está de moda, por parte de quien ya se siente ganador, A. Fernández, hablar de la salida uruguayacomo la panacea de todos los problemas económicos. Esta consiste en pedir un aplazamiento en los vencimientos de pago, un reperfilamiento de deuda, término que acuñara el mismo fondo para que default o cesación de pagos no suene tan mal y que el mismo A.F. tildara de post moderno, aunque le vino bárbaro para seguir usándolo. Pero esto no viene solo. La salida uruguaya implica de movida el pago de una parte de capital (miles de millones) para que luego acepten los acreedores patear los vencimientos del resto ¿y de dónde sale esa guita? Alguna partida se verá recortada; plata que tenía un destino, se desvía y se lleva a ese pago. Eso se llama **‘ajuste’**acá y en Uruguay. También requiere de una devaluación del cien por cien y quita en los salarios. Detalles nomás. Pero todo sea para que “los mercados” confíen. Parece que habrá que esperar con eso de la vuelta al asadito, porque obviamente el próximo que gane las elecciones va a ‘disfrutar’ de la caída real de los salarios, es decir, ya estando en el fondo del pozo puede ir concediendo mejoras muy chiquitas que en realidad no sería otra cosa que recuperar algo de lo perdido. Por algún motivo,un sector de la población cree que después de las elecciones su situación mejorará rápidamente.

En algún momento hemos hablado de los segunda y tercera línea, como también de los/as simpatizantes inorgánicos que se descontrolan con los dichos. ¿Y el resto de la población donde entra? Hoy por hoy parece que lo correcto es elegir un lado o el otro. ¿Un lado o el otro de qué? ¿El bien y el mal? ¿Dios y Satán? ¿Derecha e izquierda? Tanto el oficialismo como la oposición, mientras se llenan la boca hablando de combatir la corrupción, las drogas, el hambre y todos los flagelos del mundo, aportan a acrecentar los archivos judiciales con procesados por negociados (con la basura por ejemplo, el caso de muchos intendentes), narcotráfico, trata de personas (el caso del ex Ministro de Agro industria, Ricardo Buryaile) y se juntan a morfar hasta el hartazgo, a la vista de todos, mientras lloran por el hambre del pueblo. Ah, para ir a morfar y hacer su basura política, usaron el avión sanitario de la provincia de Tucumán. Unos capos. Con algún matiz, todos iguales.

Entonces ¿de qué llenamos los lados? Comoaquellos son todos chorros y corruptos, seamos los honestos y republicanos, por un lado y, como ellosson chetos y oligarcas, seamos populares y revolucionarios.

Esto que parece una estupidez se plasma en dichos, memes, actos y odios varios. Veamos algunos nomás. La jefa dijo que expropió YPF (aunque pagó con creces a Repsol y previamente había apoyado su privatización) y un tendal de gente se tatuó al Che Guevara (¿por qué no?) y se cree revolucionaria, y considera que todo aquel que no piensa lo mismo, es de derecha. ¿Qué tal?

En la otra cueva, jugando a la república, como tienen minoría en ambas cámaras del congreso, plancharon todos los debates, es decir no laburaron en todo el año (si eso es laburar), menos los acordados previamente (y en los que el peronismo “revolucionario” le aprobó todo) para no verse como perdedores, pero acusan a los otros de montar una escribanía en lugar de legislar, y una caterva de señoras y señores bien salen a decirle dictador a todo aquel que no piense como tal o cual. Cualquiera puede verificar esto en la verdulería, el kiosco o donde sea que dos personas hablen de política. Esto no es casualidad. No decimos que las personas no piensen por su cuenta o elucubren sus propias teorías acerca de las cosas que pasan, pero sí que con un poquito de ayudita que confirme lo que ya se piensa, el proceso se acelera y exacerba.

Otras muestras contemporáneas. El candidato a vice del oficialismo, el peronista M.A. Pichetto, acusa a todo lo que no sean ‘ellos’ de comunista, nivel soviético, para crear un enemigo, un monstruo que no es tal, pero que se deja odiar. La última vez que el peronismo hablo de algo parecido terminó apareciendo la triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Desfasado y más anacrónico que nosotros haciendo una prensa en papel, el discurso cala hondo y de los dos lados encuentran algo de “real” en él. Claro, aparece J. Grabois dirigente del MTE (un movimiento social dentro de la CTEP) y alegremente le regala a los medios un titular que reza que habría que hacer la reforma agraria, que aunque la idea no es literalmente lo mismo que en sus orígenes y los organismos rurales la conocen y no están en contra (sí, de la Sociedad Rural hablamos), dicho de esa forma habilita a Miguel Ángel a decir que si gana la revoluciónle sacaran, a la gente que tenga, su segundo departamento. ¿¡Los Fernández son la revolución!? Eso es devaluación señoras y señores.

Como es casi el único que habla y da notas, (Alberto es muy hábil para no decir nada respondiendo todo, Cristina lo hace muy cómoda sin preguntas en sus presentaciones, María Eugenia parece estar escondida, Lilita guardada, ¿Peña?, y Mauricio… el sigue practicando como decir Tucumán) el candidato a vice de Juntos por el Cambio no puede contenerse parece, y expresa lo que muchos/as piensan, o hace que empiecen a pensar, o refuerza lo que ya pensaban, o… lo importante es destilar miseria públicamente y mostrarse convencido, parado incluso a la derecha del mismo Macri. De ensañarse con los senegaleses a los venezolanos sin escala, tergiversando datos para justificar su argumento. A tal nivel de burrada llegó, que desde su propio nuevo espacio salieron al cruce. Pichetto había asegurado en los medios que los/as 400.000 venezolanos/as que vinieron a esta región consiguieron trabajo porque quieren trabajar, dando a entender que el que no trabaja es porque no quiere, es un ‘vago’ (¿suena?). Obviamente también está quien realmente no se halla en ninguna tarea del sistema o simplemente no quiere hacerlo, pero el hecho de que exista una búsqueda señala que la mayoría no accede.

De los 165.688 venezolanos que ingresaron al país entre 2014 y 2019, según la Dirección Nacional de Migraciones, cerca del 80% son profesionales, es decir tienen mayor preparación que los/as argentinos/as que pugnan por esos puestos laborales, y comienzan por lo general en lugares de menor jerarquía o informales (mozos, estaciones de servicio, delivery, uber, etc.) hasta que homologan el título, ordenan su vida en esta región y acceden a un trabajo para el que están calificados y que, con o sin venezolanos, los argentinos (o cualquiera que no tenga ese nivel de formación) no logran acceder. ¿Qué sucede con quienes no acceden?

Consultada por los dichos del senador peronista, Carolina Stanley, ministra de Desarrollo Social, explicó que el Gobierno “reempadronó” a todos los que “tenían una asistencia, unas 400 mil personas, el 80% de ellas sin el secundario terminado”. “Más allá de la dificultad de generar empleo hoy en la Argentina, sin secundario terminado y ninguna capacitación: ¿podés salir a buscar trabajo? ¿Vas a conseguir trabajo?”. Está claro que en el mundo actual que nos toca vivir, con un capitalismo para cada vez menos personas, la preparación abre más puertas, genera (no garantiza) más posibilidades. Entonces ¿no se entiende o realmente no importa? Y ese es el verdadero problema: el ideológico.

Todos hemos escuchado a alguien decir “no quieren agarrar la pala”, “el que quiere consigue trabajo” o “si necesitás laburas de cualquier cosa” (nunca un “anda a agarrar una gerencia de banco” o “hacete dueño de multinacional”). Quien acuña esas frases, no habla del trabajo en sí, sino de reafirmar la condición de pobre, de excluido, de el que recibe la frase, quien tiene reservadas tareas de construcción, hacer zanjas, franela y lampazo (o un grupo de cumbia ¿por qué no? ¿O no Pato? No estigmaticemos…), y todo tipo de trabajos y tareas que rara vez disfruta. Cualquier intento de alzar la cabeza, como pelear por condiciones mínimamente dignas de trabajo (nada raro), es visto por quien esboza los dichos como una amenaza para él/ella y sus privilegios. Ahora ¿Qué tiene en común la persona de bien que dice eso (quien nunca agarró una pala) con nosotros/as y nuestros/as vecinos/as? ¿Por qué repetir eso? Quizás decir lo mismo que el ‘Señor’ le dé la sensación de semejanza con él. Gusto a poco.

Días después de los dichos de Pichetto, Margarita Barrientos, militante social afecta al oficialismo, aparecía en los medios repitiendo sus palabras. Clima raro.

En la vereda de enfrente (¿enfrente?), mientras nos hablan de los pobres y el hambre, trasciende que algunos ‘vivos’ esconden la comida en los comedores de la ciudad de Buenos Aires para agravar la situación que ya de por sí es horrible, porque como venimos observando, los comedores reciben más gente y el Estado destina menos dinero por persona debido a la devaluación.

De los/as líderes y dirigentes nada esperamos más que basura, pero lo que nos cuestionamos en estas palabras es si quien va a una manifestación de una organización social por ejemplo, realmente cree que todos/as los/as que fueron a la marcha del Sí se puede oficialista son aristócratas, oligarcas, dueños de la tierra, latifundistas o nazis(que los hay los hay). Por otro lado, nos preguntamos también si quien va con una banderita argentina a pedir por la República a una manifestación cree que todos/as los/as que van a una marcha que no sean las suyas son llevados en micro como ganado (que de eso hay mucho), son todos chorros, vagos, planeros (que puede ser cierto en muchos casos por no tener un laburo y no la connotación negativa que se le da de alguien que quiere vivir solo de un plan) y que no quieren trabajar.

Pareciera que la batalla cultural la hemos perdido cuando los/as explotados/as, los/as excluidos/as (no importa si más arriba o abajo… bueno no tan arriba) nos comemos el discurso que baja de los que crean y cambian el sentido de las cosas, y en lugar de apuntar a los/as explotadores, nos tiramos entre nosotros/as… Lo único claro es que en la confusión, están volviendo los que no volvían más, gracias a que el cambio fue por más de lo mismo. Parece que mucho no va a cambiar el clima.