Los seres humanos somos, ante todo, animales sociales. Esto explica por qué tenemos la necesidad de pertenecer a grupos con los que podamos identificarnos y que nos relacionemos por gustos e intereses en común ya sea en lo musical, lo deportivo o lo político.
Un reflejo claro de esto es como nos sentimos mejor al leer los periódicos y las notas que expresen opiniones parecidas a las nuestras, al igual que disfrutamos cuando encontramos letras de canciones con las que podamos conectarnos de forma personal.
Hoy en día, empresas como Google y Facebook se aprovechan de esto y arman todo su modelo de negocios alrededor de la idea de que si pueden acercarnos los resultados más atractivos y relevantes van a tener más usuarios y, en definitiva, más anuncios vistos. Como resultado, llevan adelante una carrera para poder ofrecer filtros personalizados que nos muestran una versión única de las cosas que ellos creen que queremos ver. Estos filtros, en efecto, controlan y limitan la información que llega a nuestra pantalla.
Todo esto es posible gracias al análisis de inmensas cantidades de datos por medio de algoritmos sociales. Un algoritmo es simplemente una serie de pasos a seguir para resolver un problema en particular, como puede ser una receta de cocina o una operación matemática. En el caso de las redes sociales, el problema a resolver es cómo mantenernos más tiempo pegados a las pantallas de nuestros celulares y computadoras.
Quieren que uses [su tecnología] de una forma particular y por largos periodos de tiempo. Porque es de esa forma como hacen dinero.Están dando forma a las acciones, los sentimientos y los pensamientos de las personas. Están programando a la gente.” Tristan Harris, ex Product Manager en Google.
Estos algoritmos están diseñados para potenciar al máximo la atención del usuario, lo hacen aprendiendo de nuestro comportamiento. Al visitar una página, leer y reaccionar ante ciertos tipos de contenidos los algoritmos comienzan a armar un perfil para nuestro usuario. Un modelo para usar y poder ofrecernos más de lo mismo, más contenidos que concuerden con lo que pensamos, más noticias y sitios parecidos a los que ya estamos consumiendo.
Pero es importante notar, que estos algoritmos también van a filtrar y sacar de nuestras redes los contenidos que presuman no nos interesan o con los que no estamos de acuerdo. Si se da un debate al seno de la sociedad sobre alguna problemática sólo se te van a acercar las perspectivas y opiniones con las que ya estés de acuerdo y filtrar el resto
El peligro latente que se desprende de esta situación es que ni siquiera vas a poder darte cuenta que puede haber un punto de vista diferente, ya que estos algoritmos también van a recomendarte seguir y generar amistades con gente con la que ya tengas cosas en común.
De esta forma, de un momento al otro, estamos siendo prisioneros de cámaras de eco. Una vez que toda la gente con la que nos relacionamos tiene la misma opinión, lo único que hacen es reproducir y opinar sobre cosas en las que ya están de acuerdo.
No vas a preguntarte si convendría escuchar a la otra parte, ya que ni siquiera vas a darte cuenta que existe otra parte.
Estas estrategias no son producto de algún genio malvado dentro de estas empresas que quiera perjudicarnos y jugar con nuestras mentes. Sino que es algo mucho más banal y cercano, el dinero. Las redes sociales, cuando las despojamos de todo lo demás, no son más que sitios de anuncios y propaganda. Las empresas pagan por llegar a un tipo de audiencia específica con sus publicidades y esta es la piedra angular de todo su negocio. Mientras más eficaces sus algoritmos mayor el crecimiento que pueden tener, ya que pueden ofrecer audiencias con más granularidad.
Este crecimiento sin barreras puede resultar en un colapso social si es que no intervenimos a tiempo.
Quizás se puede argumentar que no te interesa realmente que usen tu información personal ya que de todas formas no vas a hacer caso a la propaganda que se te presente. Pero cuando la personalización no sólo afecta lo que podrías comprar, sino la forma en que vas a pensar y ver el mundo, entonces es un problema diferente. Las redes sociales nos limitan a ver diferentes puntos de vista, y por muy bien que se pueda sentir que todo el mundo piense como uno, es crítico que veamos cosas fuera de nuestra zona de confort y que nos enfrentemos con opiniones contrarias.
Se ha demostrado en las últimas elecciones norteamericanas como esto se puede explotar para controlar lo que piensan grandes sectores de la población. Rusia, en este caso, por medio de la compra de espacio publicitario en Facebook, ha logrado interferir en el proceso electoral.
Tu no pagas por Facebook. Los anunciantes pagan por Facebook. Lo puedes usar gratis porque son tus ojos los que están siendo vendidos.” Ramsay Brown
La estrategia era sencilla, ofrecer anuncios personalizados que lleven a noticias falsas; lo que generó un clima de inestabilidad política. Esto acompañado de un ejército de cuentas falsas para atacar constantemente a la oponente del actual presidente norteamericano, lo que ocasionó una influencia crucial en Estados claves. Como vemos, el uso de trolls en las redes sociales como le gusta hacer a este gobierno y a la oposición no es para nada un invento argentino.
En tiempos donde la información es masiva y por ende difusa, saber que es verdad y que no se hace una tarea muy difícil. Si dejamos que nos atrapen en estas redes donde sólo podemos escuchar una campana lo más probable es que con el tiempo nuestra capacidad para pensar de forma crítica y poder analizar lo que pasa en el mundo desaparezca. Es vital enfrentarnos con opiniones disidentes, debatir con personas reales fuera de las ataduras virtuales, para así lograr una mayor comprensión de la realidad, que es mucho más compleja que en épocas anteriores de la historia humana.
Mark Zuckerberg, Jefe Ejecutivo de Facebook, una vez le contó a sus colegas que “saber que una ardilla muere en tu jardín puede ser más relevante para tus intereses que saber que está muriendo gente en África”. El hecho de que nos enfoquemos en las noticias más relevantes - la ardilla - es la estrategia de negocios por la que están haciendo dinero a costa nuestra. Pero esto nos deja simplemente mirando nuestro jardín en vez de estar leyendo sobre las cosas que pasan realmente, sobre nuestra explotación cotidiana, las luchas, las revueltas, la revolución.