Habiendo pasado el comienzo de un año calendario nuevamente, creemos que vale la pena recordar algunas cosas que han marcado el mismo que, aunque nos haya parecido monótono al estar surcado por la pandemia del COVID-19, no lo fue y nos ayuda a entender el contexto actual, la impaciencia y desesperación de parte de la sociedad.
Arrancamos el año 2021 con un culebrón político sobre si comenzar o no las clases con argumentos de todo tipo a favor y en contra, luego de que durante el verano subieran los casos. Pero eso no importó: lo relevante era la consigna, el slogan que podían esgrimir unos y otros a sus seguidores. Lo importante es no ser quien no quiere que empiecen las clases, decíamos por febrero1. A tal punto se llegó, que se judicializó porque la política no puede llegar a acuerdos mínimos. No es que queramos insistir, pero ¿para que estarán no? La salud, bien gracias.
Al mismo tiempo, la necesidad económica, luego de un 2020 frenado y con el muy corto IFE, hizo que haya que salir a laburar, por lo que protocolos que habían sido estrictos (estrictos, pero en Argentina, tampoco tanto), de repente se volvieron de goma; necesidad, hartazgo, vista gorda, dejar hacer…antes que estalle el crisol había que aflojar la cincha que, de tan apretada, ya asfixiaba. Por suerte, ya pasó casi todo un año y nos olvidamos de los Centros de Aislamiento Preventivo (…si se podían llamar así) y los maltratos en Formosa, que no permitía a sus propios habitantes volver a sus casas. Balas, golpes, represión: el progresismo justificando y la oposición (esa que hacía gala de la mano dura) condenando. Política.
Aprendimos que de la pandemia no salimos mejores, como se rezó en un momento, y lo hicimos con un manto de realidad parecido a un mazazo. Es que el capitalismo nos mostró en su esplendor toda su amabilidad: tenés plata, hay vacuna; no tenés…Incluso habiendo realizado compras, los laboratorios no pudieron cumplir con las entregas (por problemas varios), aunque la platita la agarraron. En ese contexto de angustia por el acoso del bicho y la falta de soluciones, de la nada y por la radio, nos desayunamos que hay personas que son mejores que nosotros, o al menos más importantes; tanto más importantes que el común de la gente que hubo que organizar un vacunatorio especial, VIP, como lo bautizara la oposición. Después, parece que se dieron cuenta no era muy ético (como que quedó mal usar contactos y poder en ese contexto de angustia) y se cargaron al ministro de salud ¿o fue antes que se lo cargaron? Otras palabras, además de VIP, estuvieron de moda como meritocracia, moral, cancelar y dólar. Ah, el dólar aumentó.
Los números tampoco nos dieron respiro. Aumentos de alimentos, combustibles y servicios tiraron por tierra la meta inflacionaria que tenía el ministro de economía del 29% dejándola alrededor del 50%. Por cuarto año consecutivo, la mayoría de los salarios perdieron contra la inflación, algunos pudieron empatarle y muy pocos ganarle (aceiteros, bancarios, camioneros), quedando la mayoría de los asalariados por debajo de la línea de pobreza. Incluso, dos asalariados por casa, cobrando el mínimo, se encuentran por debajo de la línea de pobreza. La Canasta Básica Alimentaria (CBA), para una familia tipo, se acomodó a fin de año en alrededor de los $32 mil y $74 mil para cubrir los productos y servicios que conforman la Canasta Básica Total (CBT). Al presente, a solo dos meses y pico, estos valores se encuentran en $37.414 y $83.807, respectivamente. De asado, ni hablar.
De hecho, otro acontecimiento importante fue la prohibición de exportación de carne como medida antiinflacionaria debido a que uno de los grandes motores de la suba de la canasta fue precisamente el aumento de este producto y sus derivados. Como siempre, funcionó a medias. Un poco bajó al principio y después de acomodarse hubo un rebote que fue barajado con un posterior acuerdo de precios. Hoy se vuelve a amenazar a productores con prohibiciones, de mantenerse los aumentos. Una y otra vez los mismos problemas acompañados de las mismas soluciones que no solucionan. No aprendemos más.
¿Se acordará alguien de la discusión por los penes de madera?
Por suerte fue un año electoral y hubo milagros varios, de esos que sólo se dan cada dos años, con algún aumento salarial o algún bono, pero nada que nos cambie la realidad; eso, lo sabemos, debemos hacerlo nosotros. Como era de esperarse, las elecciones vinieron de la mano de más actitudes miserables. Hubo cambio de jurisdicción de los candidatos (porque en el propio no medían o como movimiento político directamente), cambio de funciones para poder reelegir en el cargo (el caso de los intendentes que, sin distinción de camiseta, se movieron como una unidad) y lo más tragicómico, la novela acerca de si se ganó perdiendo o se perdió ganando, con unos no aceptando la derrota y los otros ofendidos porque parece, le opacaron el festejo. De lo importante, nada. El dólar sube.
Lo que sí dejaron las elecciones, fue el movimiento de figuritas que ya parecían agotadas, por otras que iban a traer volumen político, como Juan Manzur de Jefe de Gabinete, que arrancó con todo, con contactos en Washington y en la industria farmacéutica y se apagó en seguida no aportando mucho (no aportó a la discusión con el FMI ni a conseguir más vacunas, solo parece estar ahí para catapultarse a la campaña presidencial del 2023 ), Julián Domínguez al frente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, con llegada ‘al campo’ mientras este parece darle la espalda (como comentamos en Consejo Agroindustrial) y el ya conocido Aníbal Fernández como Ministro de Seguridad en lugar de Sabina Frederic, este sí, ya aportando su experiencia en represiones varias y como espadachín mediático con sus famosas Anibaladas. Indispensable.
Lamentablemente, también tuvimos una refrescada de memoria respecto de lo que es capaz la gorra con una seguidilla de asesinatos de pibes, en diferentes circunstancias, demostrando que no toman partido de un lado u otro de la grieta. Son siempre así, sólo que cuando el aire político y social acompaña, pidiendo mano dura e intervención, se relajan y se muestran de punta a punta.
Para cerrar el año a pleno, se destapa un video de la AFI donde todo lo que ocurre está mal ¿Por qué aparecerá? ¿Cuentapropismo? ¿Venganza? ¿Deporte? ¿Todo junto? Y otra vez nos desayunamos que la división de poderes no es tal, que hay causas que se arman, y que la AFI carpetea a todos y todas. Eso sí, de republicanos nada eh.
Futuro prometedor
Y por fin ha terminado el año 2021, o como dicen algunos, la segunda temporada del 2020, por poner en comparación dos años que han sido cuanto menos parecidos en lo terrible desde el punto de vista sanitario, social y económico, y con la esperanza de que el 2022, no se transforme en la tercera temporada de aquel fatídico primer año de pandemia.
En principio, uno puede pensar que el calendario es sólo una convención social y que nada influye en la vida real, pero eso no es así. En esta región, estamos habituados a que durante el mes de enero (y otro poco en febrero), cuando muchas personas toman sus vacaciones, se dan aumentos de todo tipo, entendiendo quien lo lleva a cabo, que no tendrá una resistencia férrea en las calles. Después vienen los aumentos de marzo…pero eso es otra cosa.
Mientras, el gobierno no para de dispararse en el pie, con idas y vueltas internas (siguen las desautorizaciones públicas entre funcionarios de las distintas fuerzas de la misma coalición o la renuncia del hijo de la Jefa por el acuerdo con el fondo) y hacia afuera (si se toman o no medidas económicas como aumentar las retenciones), la oposición juega a embarrar la cancha (total, un poquito de incertidumbre en esta región sólo genera algo de inflación por las dudas. Sube el dólar) en la carrera hacia la nueva repartija de kioscos y cajas del 2023, eso que le dicen elecciones.
Ya se sabe que entre estos dos meses estivales hubo subas en peajes, patentes, prepagas (con mucho humo alrededor), telefonía, internet y tv por cable, estacionamiento, naftas, tarifas de luz y gas (con una supuesta segmentación y en medio de cortes por las altas temperaturas), alimentos (que no paran de aumentar) y transporte.
Para quien alquile, y tuvo que renovar en enero o febrero bajo la nueva ley de alquileres (vigente desde 2020), pagó un aumento de entre el 51 % y 53 % (dependiendo del día de la renovación) que, como reza la ley, sale “utilizando un índice conformado por partes iguales por las variaciones mensuales del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE)”. Luego, el Banco Central elabora el Índice para Contratos de Locación (ICL), y en base a esto, se calcula el aumento. Arameo antiguo…eso sí, caro.
Todos estos factores y principalmente, la suba de alimentos cercana al 7,5% (8,6% en el conurbano bonaerense y casi 10% en comercios barriales) lograron escalar la inflación del segundo mes del año hasta el 4,7 %, promediando una anual de 52,3% febrero a febrero.
Como escribíamos más arriba, la esperanza residía en que el año en curso sea el del fin de la pandemia (o el del comienzo del fin) y traiga consigo la vuelta a una normalidad que, si bien no es buena, sólo tendría los problemas conocidos. Pero no…
En enero, debido a la idea de cerrar con el fondo, Máximo Kirchner renuncia a la presidencia de bloque del oficialismo rezando no estar de acuerdo con las condiciones solicitadas desde el FMI y generando un quilombo hacia a dentro y fuera del gobierno que muestra la relación rota entre los socios que desde hace un tiempo pende de un hilo. Sube el dólar.
Para fines de febrero, Rusia invade Ucrania, lo que trastoca todos los precios internacionales y que en particular afectan a esta región por dos motivos: la suba del precio de commodities como la soja, el trigo y el maíz, que terminan por encarecernos el pan y el aceite principalmente, y la suba del precio del GNL (gas natural licuado) que hace peligrar el abastecimiento para el invierno debido a que por las sanciones a Rusia, Europa ha salido al mercado a comprar para reemplazar el 30 % que viniera del este.2
A pesar de todo ello, el gobierno logra aprobar el acuerdo tanto en diputados como en senadores, pero con más apoyo de la oposición (con condiciones, obvio), que del núcleo duro del kirchnerismo, aunque también rebalsado de suspicacias: hubo legisladores de ambos bandos que se plantaron contra el acuerdo de manera rabiosa a sabiendas que salía, es decir que, si hubiese dependido de ellos, lo votaban. Claro, teniendo por delante, en marzo, un vencimiento de diecinueve mil millones de dólares, obviamente impagables, aunque todos, ortodoxos y heterodoxos, digan que tienen la solución, ésta, viene de la mano de acordar porque nadie quiere ser la madre o el padre del default. Lo preocupante es que de ambos lados de ’la grieta’ coincidan en que un mal acuerdo es mejor que no acordar. Se ve que, como dijera Mauricio, el fondo ahora es bueno; el costo, un detalle.
Y llegó marzo. Conocimos la inflación de febrero, que se muestra imparable, y en la cual todavía no impactan las consecuencias del conflicto bélico en el este de Europa. Pero no necesitamos ese impacto para saber que algunos precios iban a subir. Por un lado, un clásico como el aumento de colegios y de insumos escolares no podía faltar. Además, aumentan otra vez las prepagas cerca de un 6%. A eso se suma la autorización de otro aumento de combustible, que sumado al de febrero ya llega a cerca del 20% en lo que va del año (este quizás sí empujado por el alza del precio internacional) y un aumento de cerca del 20% en la tarifa del gas domiciliario. Teniendo en cuenta el contexto mundial, ya se prevé que no pueda cumplirse uno de los puntos acordados con el fondo monetario llegada la primera revisión en junio, que es el de reducción de subsidios, debido al aumento internacional. Un éxito. Ah…para quien alquila, otra vez 53% en la renovación.
¡Que no cunda el pánico! Por suerte volvieron mejores y “el viernes comienza la guerra contra la inflación”. ¿Cómo analizar esta frase seriamente? En el contexto de una guerra tradicional, usar la palabra cómo metáfora es por lo menos, un hecho desafortunado (o estúpido). Sin detenernos en ello, podíamos ver que, avisando casi una semana antes de tomar alguna medida de control, iban a aumentar por las dudas algunas cosas. Dicho y hecho. Pero no sólo eso, sino que, durante el anuncio de medidas del famoso viernes, no se anunció ninguna medida (que al día de editar no conocemos), además de hablar de buenas intenciones y herencias…otra vez.
Dentro de este panorama casi desolador, el secretario de energía Darío Martínez, redacta y envía una carta (todo es por carta, parece, en la política) al ministro Guzmán, a Juan Mansur, jefe de gabinete y al presidente donde reclama que el ministro de economía no giró la guita para garpar el gas y no se cubre ni marzo. Después dijo que no era tan así, pero marca un poco la guerra interna. Esa carta fue enviada mediante el sistema interno, por lo que trasciende con claras intenciones de mostrar el quilombo desde adentro, como si no tuviéramos suficientes con la vida misma, y mostrándonos que volvieron al pedo, como dijera uno de sus mayores exégetas, Dady Brieva.
Tanto joder desde la política con idas, vueltas y culebrones, medidas que no sirven más que como parche a muy corto plazo, hambre y FMI, son componentes de un coctel que los que tenemos algunos años ya conocemos y recordamos del 2001, cuando también se firmó un ‘mal acuerdo’. Es más, muchos de los que participaron en las elecciones del año pasado, del gobierno que toma esta deuda y de la decisión de acordar ahora, eran parte del gobierno en aquel año o participaban en política. Deberían recordar también como terminó, pero mucho más, deberíamos acordarnos nosotros.
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- Respecto del conflicto bélico, como hemos dicho muchas veces, no somos especialistas como para realizar un análisis profundo de sus causas, ni pormenorizado del contexto geopolítico (eso se lo dejamos a ’los periodistas’), aunque comprendemos que viene de la mano de los estados, el capital y sus ambiciones; también entendemos que el costo se paga con sangre de personas que más o menos de acuerdo, no decidieron enfrentarse a los tiros, abandonar su terruño o enterrar seres queridos. Desarrollamos algo más en “Guerras”.